Castigo brutal a una joven pakistaní porque su hermano se relacionó con una mujer de casta superior
Violada por la ley
Mukthar Mai cometió tres pecados. El primero, nacer en una remota región de Pakistán, en la que todavía está vigente la justicia medieval. El seg
El Gobierno de Pakistán, cuya policía trató de ocultar el crimen, le ofrece ahora 8.000 dólares para compensar su horror. Cuando Mukthar Mai exhibió sus juveniles 18 años ante los miembros de la jirga que habían de juzgarla por la osadía de su hermano el pequeño, se limitó a comprender las presiones sufridas por su padre, un humilde campesino de la región de Punjab sometido como todos sus paisanos a la ley de la tribu. Eso fue antes de escuchar el veredicto, porque cuando el miembro más anciano del consejo dictó sentencia sólo pudo gritar. En la tribu de Gujjar, a la que pertenece esta maestra joven, las cuestiones de honor se dirimen así. Su hermano de 12 años, Abdul, había contravenido las leyes no escritas al intentar seducir a una mujer de 22 años de una casta superior y de una tribu más influyente. Y en su cuerpo, al parecer, se encontraba la manera de compensar a los ofendidos. Mukthar no pudo hacer más que gritar, pero sus angustiados alaridos quedaron ahogados por las mofas de la multitud de 500 personas por la que la arrastraron los hermanos y el primo de la mujer seducida por el pequeño Abdul. Las mofas las siguió escuchando mientras, después de ponerle una pistola en la cabeza y de desnudarla, fue violada. «Supliqué y rogué, pero eran como animales». El brutal castigo aplicado a Mukthar se habría convertido en pesadilla exclusiva de su familia si no hubiese sido porque un periódico de ámbito local contó los hechos. Y los contó a pesar de la policía, que intentó ocultar lo sucedido cuando la brutalidad de las vejaciones soportadas por la joven ya había conmovido a un medio como The Times. Avergonzados por la presión internacional, el Gobierno de Pakistán ha ofrecido un cheque de medio millón de rupias -8.000 dólares- a Mukthar para intentar compensar su injusto calvario. Aunque ella tienen claras las consecuencias del castigo: «Esta humillación ha destrozado mi vida. He pensado en suicidarme». Un solución radical que, antes que Mukthar, eligió, que se sepa, otra adolescente sometida al mismo castigo. Además del dinero, se levantará una escuela en honor de la maestra.