Peres en El Cairo

Diecinueve muertos en dos días (trece de ellos israelíes) es mucho: es demasiado bajo los criterios puramente policiales del gobierno de Ariel Sharon, que nació para derrotar militarmente la segunda Intifada y es indigerible desde el punto de vista de los esfuerzos diplomáticos en curso... ¿Qué hacer? Ayer, en pleno marasmo, con funerales por doquier, dos colonos muertos y nuevas medidas de represalia, cancelados los contactos previstos entre el gobierno israelí y los ministros palestinos de Interior y Hacienda, no había más que un canal disponible: el de siempre, el de Egipto. Y allí se dirigió el ministro israelí de Exteriores, Simon Peres, a visitar a Hosni Mubarak, jefe de un Estado cuyo mufti (máxima autoridad religiosa) Ahmed al Tayib, había dicho el día anterior que todos los atentados anti ísraelíes son legítimos en tanto que defienden al islam de sus detractores. A tener en cuenta que el mufti está en sintonía con el mundo oficial egipcio y es todo lo contrario a un disidente radical... Simon Peres no es lo que fue (primer ministro, artesano del proceso de paz, premio Nobel de la Paz) y su ministerio, como escribió un observador perspicaz, ha caído al status, más o menos, de un observador, no de un co ejecutor de la política. El dice que no se va porque sin él las cosas aún serían peores, rechaza ser la coartada que algunos ex amigos ven en él y se autopresenta como un agente moderador de Sharon. Hosni Mubarak, es sabido, no quiere ver -literalmente- a Sharon y apenas ha hablado algunas veces por teléfono con el primer ministro. Peres -como Ben Eliézer, ambos laboristas- recibe otro trato: son recibidos por el rais, correa de transmisión de Washington y, a menudo, como sucede ahora, único intermediario disponible entre las partes. Sometido a fuertes presiones de su opinión, Mubarak, decepcionado por la mala suerte que corrió en la oficina de Bush su propuesta de junio, ha endurecido el tono. ¿Qué llevaba Peres en su maletín? Un mensaje de Sharon desde luego. Tal mensaje sólo puede ser el de que, al fin y al cabo, el trío Sharon-Peres-Ben Eliezer saben que al final habrá un Estado palestino y desearían negociarlo con los interesados que -y esta es la novedad- han retomado la iniciativa armada, se muestran combativos y ofrecen una resistencia cada vez más creciente...