Diario de León

OPINIÓN Enrique Vázquez

Legalidad, justicia, paciencia

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León

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De creer al Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, no hubo un golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez el pasado 11 de abril (cuando el mandatario perdió el poder y una Junta lo asumió por algo menos de 48 horas): concretamente, por once votos a favor y ocho abstenciones, el tribunal resolvió que no se puede procesar a cuatro altos oficiales por rebelión militar... Tomada bajo fuertes y encontradas presiones sociales y políticas, la decisión añade un punto más de originalidad, si vale decirlo así, al notable recorrido del régimen venezolano: hasta un golpe y el derribo (provisional) de las instituciones se remite al ordenamiento legal, la sociedad hierve, los medios son implacables y la política está con frecuencia en la calle, pero se observan los trámites de un modo excepcional... El propio presidente del Tribunal Supremo de Justicia dijo, con la mentalidad clásica de un magistrado profesional, que acertada o no es una decisión legal y democrática y que ahora toca acatarla (...) Pero este argumento, formalmente impecable, redime al presidente Hugo Chávez de todos sus pecados: acertada o no, su elección fue impecable y a la oposición le toca respetarla (en vez de estar el día entero entregada a hostilizarle desde la calle y desde los medios en el contexto democrático vigente. Lo que sucede es un ejemplo valioso, político y aún académico, de que las democracias liberales, con elección periódica de las autoridades y libre decisión sobre cambios institucionales (también la Constitución vigente fue aprobada en referéndum) pueden resultar por completo insatisfactorias para amplias capaz ciudadanas si los formatos que proveen no facilitan la realización práctica de sus proyectos políticos. Apenas nadie duda de que hubo, ciertamente, un golpe en Caracas el 11 de abril: la prueba es que la comunidad internacional, y singularmente y con toda diligencia, la latinoamericana lo condenó y anunció que no reconocería de entrada el nuevo gobierno. Y el jefe de tal gobierno espurio, Pedro Carmona, gozó de la protección jurídica del Estado hasta el punto de que pudo asilarse en una embajada días después y hoy está refugiado en Colombia. El propio Chávez, que se dice empeñado en fomentar un gran diálogo nacional tras lo sucedido en abril, sabe todo esto y pide a su gente que se acomode. Y visto lo visto, es lo mejor que puede hacer el acosado dirigente...

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