Diario de León

OPINIÓN Enrique Vázquez

Aquí no ha pasado nada...

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Benjamin Ben Eliézer, ministro israelí de Defensa con rango de viceprimer ministro, jefe nominal del partido laborista y potencial candidato en unas elecciones, pedía ayer por la mañana a su jefe del gobierno que autorizara la visita a Yassir Arafat, asediado en su «hediondo agujero» de la Mukata, de Miguel Ángel Moratinos, el enviado especial europeo en la región, vetada por Sharon. ¿Llevaba el diplomático agua y cigarrillos para Arafat y los suyos, muchos de ellos grandes fumadores? No: un camión militar israelí se había encargado de avituallar con lo imprescindible un poco antes, incluyendo entre los paquetes unas escobas de caridad para que los asistentes del ''rais'' puedan barrer el polvo y algún cascote que otro. ¿Baterías para los teléfonos portátiles? No se menciona y parece que, escaldado, el líder palestino había acopiado reservas... Gracias a esa posibilidad de hablar se supo el domingo que preferiría pegarse un tiro a entregarse a los soldados israelíes y que no consideraba negociar con Israel la entrega de sus colaboradores reclamados. Ayer reiteró la segunda afirmación y eso hizo pensar que se sabe razonablemente fuerte -en su debilidad material- como para sostener el envite. Le han llegado tres señales en este sentido: a) los medios israelíes son casi unánimes en describir la decisión de Sharon de ir con las excavadoras a Ramallah como un grave error político porque suscita una situación cuyo desenlace se escapa, por obvias razones, a su voluntad; b) ha devuelto al líder palestino, descrito por él como «irrelevante y acabado», a una situación dulce con toda la resistencia, que le expresó un respaldo impresionante con las grandes manifestaciones del domingo (pese al toque de queda) y la huelga general de ayer lunes en los territorios y, ojo, en Jerusalén-este, masivamente seguida; c) porque Washington mando parar... y se notó demasiado. Desde la capital federal llegó al público sólo un comunicado tibio, de argumentación práctica, no ética ni muy política siquiera, pero que indica la discrepancia: «presionar a Arafat y destruir viviendas y oficinas no ayudará a poner fin al terrorismo» (podría incluso haber añadido que, más bien, lo incrementará). Se da por hecho que los teléfonos funcionaron el domingo a toda máquina y que Washington pidió parar ya y no complicarle más las cosas mientras busca algún margen de maniobra entre los árabes para liquidar la cuestión iraquí...

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