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Publicado por
León

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La opción de Lula es más débil ahora que hace unos días, cuando una ola de fondo parecía llevarle sin coste apreciable hasta el poder. Ahora tendrá que compartir programa. Van a ser tres semanas muy difíciles para la sostenibilidad de la moneda brasileña, hasta que las alianzas se plasmen en programa de gobierno y en nombramientos emblemáticos de cargos económicos y del nuevo gobernador del Banco de Brasil. Después de treinta años esperando, Lula tenderá a formular un programa de máximos. Pero, ¿tiene Lula margen de maniobra? y ¿obtendría Lula mayores beneficios aplicando un programa de ruptura que uno continuista? Su programa de mínimos, el que sustentan sus apoyos económicos (como en Argentina, industriales y exportadores) y sus alianzas, se basa en el desarrollo del mercado interno para lo cual hay que reducir los tipos de interés y utilizar el gasto público. Ese programa tiene que hacerse compatible con variadas restricciones: la herencia de una enorme deuda pública indiciada al dólar, la ley de Responsabilidad Fiscal que dificulta la reforma del Presupuesto para 2003, la estructura confederal del gasto público, el poder normativo del Congreso y el compromiso fiscal con el FMI. Lula puede mirar a Argentina para ver que no tiene mucho margen de actuación y puede conseguir ventajas si gana tiempo aplicando un programa continuista. Es muy probable que el «mercado» conceda ahora a Lula el beneficio de la duda. Para «no actuar en contra de sus intereses» (evitar un default de la deuda externa, evitar una depreciación adicional del real) habría que seguir prestando dinero al Gobierno y a las empresas y, sobre todo, apoyar la reestructuración de la deuda. Pero lo hará sin correr riesgos, siempre por detrás de los hechos y mensajes que procure el nuevo Gobierno. Por ello es muy posible que en la etapa más delicada, la de estos tres meses hasta la toma oficial del poder, se produzca una sequía de préstamos y que no desaparezca la prima «política» que hoy sufre la deuda pública brasileña. Las principales empresas del Ibex español apostaron y lograron hace tiempo convertirse, por ingresos y beneficios, en empresas básicamente iberoamericanas. Esa decisión estratégica está costando mucho dinero y no se ve cuando y como cambiará. Desde hace meses dicen que «ya está todo provisionado y descontado», pero hoy día el «mercado» dice que la cotización del SCH y del BBVA está cerca de su valor en libros. Por eso deberían estar muy interesadas en que no se contagie más la crisis financiera/recesión en el área.