¡Nos van a matar a todos!

La operación relámpago, que ha sido calificada de todo un éxito por el Kremlin a pesar del alto coste en vidas, comenzó con una fortísima explosión a las 6,30 de la mañana (4,30 en España) media hora después de que se cumpliera el plazo del ultimátum dado por los terroristas, que comenzaron a matar rehenes. Anna Andrónikova, una de la rehenes, estaba hablando a través de su teléfono móvil con la emisora de radio Eco de Moscú. Todo en el interior del teatro Dubrovka parecía tranquilo. El hecho de que Anna hubiera podido telefonear indicaba que los secuestradores habían descuidado un poco la vigilancia. Tal vez porque estaban más preocupados de lo que estaba pasando en el exterior. A juzgar por las imágenes difundidas después del asalto por las televisiones rusas de los cadáveres de los terroristas y del lugar en el que se encontraban cuando fueron abatidos, muchos de ellos debían estar durmiendo minutos antes del comienzo de la operación. La conversación de Anna continuaba siendo trasmitida en directo cuando, de repente, se oyó la voz junto a ella de Natalia gritando: «¡Nos han echado un gas, no sé de qué tipo!». Inmediatamente después empezaron a oírse disparos y las dos mujeres exclamaron angustiosamente: «Nos van a matar a todos». La comunicación se interrumpió en ese momento. Los únicos rehenes cuyo testimonio apareció ayer en los medios de comunicación rusos después de finalizado el asalto fue el de Olga Cherniak, que habló ante las cámaras desde su habitación en el Hospital número 13 de Moscú y el de Marat Abdurajímov, uno de los actores del musical «Nord-Ost», espectáculo que se representaba en el teatro Dubrovka desde hace dos años y medio. Coincidiendo con la versión oficial, Olga aseguró que los secuestradores efectivamente ejecutaron a dos jóvenes. «Oímos un tiro pero no pensamos que efectivamente habían matado a alguien. Cherniak se quejó del mal trato que recibieron de sus secuestradores. «Una vez, por salir del lavabo en una postura distinta a la que le habían indicado, los guerrilleros golpearon brutalmente a un muchacho. Le tiraron al suelo y le patearon sin compasión», aseguró Olga. Marat Abdurajímov confirmó que los terroristas propinaron alguna que otra paliza a algunos de los secuestrados por no obedecer sus órdenes o por no haber comprendido las instrucciones que les dieron. Según Abdurajímov, «algunas mujeres también fueron maltratadas por no haber podido controlar sus nervios». «Se pasaron todo el tiempo asustándonos, intimidándonos.