La Comisión y la Eurocámara abren un doble frente ante el incumplimiento de Londres
La Unión Europea ha abierto un doble frente de respuesta a la decisión unilateral del Reino Unido de no respetar lo pactado en el protocolo de Irlanda del Norte: la Comisión prepara acciones legales y el Parlamento no ha puesto fecha a la ratificación del acuerdo de comercio y cooperación.
Apenas dos meses después de consumar el divorcio e iniciar la nueva relación —el 1 de enero terminó el periodo transitorio del Brexit— se han encendido de nuevo las alarmas en Bruselas.
El motivo es que de forma unilateral y sorpresiva, el Gobierno británico anunció el miércoles que, sin tener en cuenta lo pactado, el próximo 1 de abril no va a aplicar controles aduaneros y fronterizos a las mercancías con destino a la provincia británica de Irlanda del Norte, y que los aplazará hasta el 1 de octubre.
Un portavoz de la Comisión Europea advirtió ayer a Londres de que cualquier ampliación del «periodo de gracia» que ya se acordó en diciembre pasado hasta el 1 de abril tiene que ser negociado, y además instó al Reino Unido a poner en marcha los compromisos que adquirió y que aún están «en suspenso» en el Reino Unido y en el Ulster.
En virtud del Acuerdo de Retirada o del Brexit, que incluye el protocolo sobre Irlanda de Norte, la provincia británica continúa siendo parte del mercado interior europeo a pesar de la salida del Reino Unido de la UE. Fue una solución imaginativa para evitar a toda costa una frontera física entre las dos Irlandas y salvaguardar el acuerdo de paz de Viernes Santo firmado en 1998.
El pasado mes, Londres instó a Bruselas a extender hasta dentro de dos años el periodo de gracia establecido en diversos ámbitos para dar tiempo a organizar los controles aduaneros, excepciones que expiran entre marzo y junio.
Flexibilidad
Bruselas se negó, aunque sí se mostró favorable a introducir alguna flexibilidad para ayudar a las empresas y a los ciudadanos a adaptarse y a que conozcan las «problemáticas a las que están confrontados», dijo el portavoz. Ante la decisión unilateral de Londres, que causa preocupación en Dublín y Bruselas, la Comisión y el Parlamento han optado por no cruzarse de brazos y pasar a la acción, aunque siempre manteniendo que toda solución tiene que ser negociada y con espíritu constructivo.