China reforma la ley electoral de Hong Kong para vetar a la oposición
La reunión anual del Parlamento exigirá candidatos «patriotas» en la antigua colonia británica
El año pasado, el coronavirus obligó a aplazar dos meses la sesión plenaria del Parlamento chino, que siempre se celebra a principios de marzo. En el presente ejercicio, y con la epidemia de covid-19 ya controlada en el país, la Asamblea Nacional Popular recupera su fecha habitual, pero no la normalidad anterior.
Venidos de todas las provincias, muchos de ellos con los trajes tradicionales de sus etnias, desde este viernes y hasta el 11 de marzo se reúnen unos 3.000 diputados en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, en plena plaza de Tiananmen y junto a la entrada a la Ciudad Prohibida. Para llegar hasta la capital, blindada para proteger al nuevo ‘emperador’ Xi Jinping, no solo han tenido que hacerse la prueba del coronavirus, sino que además deben guardar cuarentena en sus habitaciones de hotel hasta la inauguración y luego entre sus sesiones diarias.
Para prevenir riesgos, las autoridades han limitado al máximo la presencia de periodistas chinos y extranjeros, que deben haber pasado los últimos 28 días en Pekín y también serán sometidos a pruebas PCR y cuarentena en una habitación de hotel antes de cubrir las reuniones o las ruedas de prensa, aunque sean por videoconferencia. Lo mismo rige para los diplomáticos extranjeros invitados a la Asamblea, que han de pasar la víspera de la inauguración recluidos en la residencia estatal de huéspedes de Diaoyutai. Además de sacar pecho por el control del coronavirus, este Parlamento orgánico del régimen, donde casi todos sus diputados pertenecen al Partido Comunista, aprobará el informe del Gobierno, sus metas económicas para este año, el presupuesto militar y el nuevo Plan Quinquenal 2021-2025. Con dicho programa, del que ya se avanzaron algunos objetivos a finales del año pasado, China busca asegurarse la autosuficiencia, sobre todo tecnológica, en un escenario internacional cada vez más hostil por la pandemia. Como su imagen se ha visto muy dañada por la ocultación inicial del coronavirus, Pekín busca desarrollar su propia tecnología para no depender del extranjero en sectores clave, como por ejemplo los microchips, y potenciar así su crecimiento económico con industria de alto valor añadido y no solo manufacturas baratas.
«Algunos sectores, como las finanzas, se liberalizarán ligeramente un poco más y se han hecho promesas de apertura a la UE con la firma del acuerdo de inversiones, pero el desarrollo económico de China se ha centrado más en sí mismo, se ha hecho más autónomo», analiza el politólogo Jean-Pierre Cabestan, de la Universidad Baptista de Hong Kong. A su juicio, «Pekín ha empezado a introducir su propia política de desacoplamiento para protegerse contra la guerra comercial de Estados Unidos y las crecientes reservas y medidas tomadas por otros países desarrollados a fin de proteger sus tecnologías, reducir su dependencia de China y mantener una cierta ventaja si es posible».
Candidatos «patriotas»
Tras imponer el año pasado la Ley de Seguridad Nacional en Hong Kong, que ha criminalizado prácticamente toda oposición política en la antigua colonia británica, la asamblea también reformará su sistema electoral. Con la imposición del juramento de lealtad y la exigencia de candidatos «patriotas», el autoritario régimen chino sigue tirando del nacionalismo para identificar al Estado con el Partido Comunista y vetar así a los opositores que reclaman democracia. «Los acontecimientos de los últimos años demuestran que el sistema electoral debe ser mejorado para mantenerse acorde con los tiempos y garantizar la implementación de los principios ‘Un país, dos sistemas’ y ‘Patriotas administrando Hong Kong’».