Diario de León

La protesta unionista sigue su escalada y preocupa ya a Johnson

Los incidentes en Belfast marcan una espiral de violencia condenada por los partidos

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Belfast vivió en la tarde y noche del miércoles un episodio de violencia que recordó, en pequeña escala, sus peores experiencias. Jóvenes alentados por adultos en la zona de Shankill Road quemaron un autobús, le quitaron el freno para que avanzase sin control, atacaron con botellas o piedras a los furgones de la Policía. Asimismo, un fotógrafo fue golpeado.

Luego, se encaminaron por Lanark Way hacia las puertas metálicas que separan la zona unionista de la nacionalista. La Policía las cerró. Jóvenes y adultos se congregaron al otro lado de la barrera, en Springfield Road. Los dos bandos intercambiaron insultos y pedradas. La Policía utilizó balas de plástico. Los incidentes han dejado al primer ministro, Boris Johnson, «hondamente preocupado».

Los disturbios en el oeste de Belfast llegan después de ataques similares a la Policía en Londonderry, el centro de Belfast, Carrickfergus o Newtownabbey. En Portadown, en el sur de la región, un grupo de lealistas probritánicos desfiló con sus miembros enmascarados el lunes. Se esperan más marchas ilegales en los próximos días. Pero lo sucedido en la noche del miércoles es diferente.

Los organizadores de los disturbios en Shankill Road buscaron el enfrentamiento con sus vecinos, en lo que la jerga político-arquitectónica de Irlanda del Norte se conoce como «interface». Son los puntos de contacto entre vecindarios católicos y protestantes, separados por barreras metálicas, verjas o muros, a los que se denomina «líneas de paz». Las protestas se explican por la intervención de gánsteres dedicados al comercio de drogas y la extorsión, atrincherados bajo la bandera unionista.

La justificación de sus impulsores son los controles fronterizos entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte forzados por el ‘brexit’, además de la renuncia de la Fiscalía del Estado a procesar a líderes del Sinn Féin, que participaron en el magno funeral de un exjefe del IRA en plena pandemia. Las protestas siguen una pauta histórica. En los años 70, unionistas paralizaron la provincia con huelgas y protestas, cuando el Gobierno británico impulsó un acuerdo para que compartieran con nacionalistas la gobernación de la provincia. En los años 90, se movilizaron para protestar contra la prohibición de desfiles orangistas (protestantes) en una zona católica de Portadown. Brecha política Si se repite lo ocurrido el miércoles, la protesta puede convertirse en una contienda sectaria, con peligro de una escalada de violencia.

La radical diferencia con el contexto en el que el conflicto terrorista estalló en los años sesenta es que la Asamblea autonómica y el Ejecutivo, una coalición de cinco partidos, han condenado con unanimidad la violencia.

La condena de los disturbios no tapa las brechas profundas. A los dirigentes del Partido Democrático Unionista, la colaboración del Servicio de Policía de Irlanda del Norte con el Sinn Féin para organizar el funeral les habría confirmado que actúa de una manera política.

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