El nuevo líder del unionismo norirlandés desafía a Bruselas, Londres y Dublín
El lunes 12 de julio, un centenar de desfiles de la Orden de Orange recorrerán las calles de Irlanda del Norte. Caminarán en formación hombres ataviados con traje paraguas, bombín y fajín anaranjado, seguidos de bandas que tocan con flautas y enormes tambores música con letrillas que evocan victorias militares del siglo XVII o himnos del sectarismo acticatólico persistente hasta hoy.
Sus marchas no son un carnaval, son afirmaciones políticas. El Protocolo irlandés del Acuerdo de Retirada estipula controles aduaneros entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte, por la pertenencia simultánea de la región a las uniones aduaneras británica y común tras el ‘brexit’. Afectan a empresas y a algunos aspectos de la vida cotidiana.
En marzo hubo protestas callejeras. Según los pesimistas, los desfiles de este Glorioso Doce iniciarán un «verano caliente».
Maros Sefcovic, vicepresidente de la Comisión Europea, subrayó a un comité de la Asamblea autonómica de Belfast esta semana que la concesión a Irlanda del Norte por la UE de ese estatus especial es extraordinaria. Permite aprovechar el acceso a ambos mercados, el británico y el comunitario.
La región ya ha recibido inversiones directas de empresas extranjeras atraídas por la localización.
UN CASTIGO A TODOS
Pero el nuevo líder del Partido Democrático Unionista (DUP), sir Jeffrey Donaldson, que desfilará como miembro de la Orden de Orange, no ve ni beneficios ni razón alguna por la que el unionismo tenga nada que reprocharse, aunque el DUP votó por el ‘brexit’ más radical. Son las otras partes afectadas —Londres, Dublín y Bruselas— quienes tienen que satisfacer sus demandas.
En su discurso posterior a su confirmación como nuevo líder del DUP, esta semana, Donaldson advirtió de que el Protocolo es «un castigo de la UE a Reino Unido por marcharse, y lo hace utilizando a Irlanda del Norte». Su argumento es que la población de Irlanda del Norte suma 1.8 millones y que el comercio que la UE considera peligroso para la integridad del mercado único es en realidad «minúsculo».