AI acusa al gobierno de Israel de perpetrar graves crímenes de guerra

En un informe de 76 páginas difundido ayer en Jerusalén y titulado «Violaciones del Ejército en Jenín y Naplusa», AI demuestra con documentos las violaciones de derechos humanos cometidas por las fuerzas israelíes, como ejecuciones sumarias y torturas a los prisioneros. También se refiere a las destrucciones de casas con sus habitantes en el interior, al bloqueo de las ambulancias y al uso de palestinos como «escudos humanos», entre una larga serie de crímenes de guerra cometidos por el Ejército durante la invasión de Cisjordania el pasado mes de abril. Según el informe, el Ejército mató a 500 palestinos entre el 27 de febrero y junio cuando llevó a cabo las incursiones más duras contra Cisjordania desde el inicio de la Intifada. En el campo de refugiados de Jenín y en la propia ciudad, más de la mitad de los 54 palestinos registrados que murieron en la invasión del 3 al 17 de abril no estaban implicados en los combates, asegura el documento. En la ciudad de Naplusa, al menos 80 palestinos fueron muertos entre el 29 de marzo y 22 de abril. Destaca también que en ambas ciudades el Ejercito obligó sistemáticamente a los palestinos a tomar parte en las operaciones militares como «escudos humanos», y denuncia casos de tortura y que se desnudó, maniató y vendó los ojos a los detenidos, que fueron apaleados, entre otros delitos. «Los crímenes de guerra son contemplados como los peores crímenes en el derecho internacional y representan una ofensa contra toda la humanidad», afirma. Todos los países que firmaron la Convención de Ginebra tienen la responsabilidad de buscar a aquellos que los han cometido y llevarlos ante la justicia, advierte. Y concluye que «no habrá paz en la región hasta que los derechos humanos sean respetados». Poco después de publicarse el informe, el Ejército de Israel aseguró que en su «actuación contra el terror, Israel ejerció su derecho de proteger a sus civiles», y que ha ejercido el derecho elemental de «autodefensa» porque la infraestructura de las facciones armadas palestinas se encontraba en los centros urbanos, que servían de cobertura a los milicianos. Un portavoz refirió que el Ejército trató en sus operaciones de no dañar a la población civil.