Pocos cambios en el mapa electoral de EE.UU.con la derrota demócrata

En términos de votos la situación se ha mantenido en igualdad, la misma que se concretó en las controvertidas elecciones de 2000 que llevaron a la Casa Blanca al republicano George Bush, señalaron los analistas. Según Terry McAuliffe, presidente del Comité Nacional Demócrata, «estamos en el mismo punto en que nos encontrábamos en las elecciones de 2000: en una paridad 50-50. Nada ha cambiado». La clave en la victoria republicana fue la campaña realizada por el presidente Bush, quien en un par de días visitó decenas de ciudades para promover su agenda de seguridad, dejando en segundo plano las dificultades económicas del país. En contraste, los demócratas carecieron de líderes que pudieran igualar o siquiera amenazar la popularidad de Bush e hicieran sentir su voz de crítica por la situación económica. «Los republicanos disfrutaron de una ventaja táctica y no de una ventaja relativa a los temas en discusión. Por lo tanto, los resultados no indican que se haya producido una inclinación de la balanza en su favor», expresó. McAuliffe se refirió a la lucha contra el terrorismo global sobre la cual Bush habló una y otra vez en sus intervenciones. Los republicanos «tenían un presidente de tiempos de guerra con el nivel más alto de aprobación en la historia del país, el cual convirtió estas elecciones en su prioridad interna número uno», señaló. Según el político demócrata, esa situación cambiará en los próximos dos años aun cuando todavía no hayan aparecido líderes demócratas. Con el ex presidente Bill Clinton como una figura que se apaga, los actuales jefes demócratas ya han comenzado a reconocer su fracaso y a desaparecer poco a poco de la escena. El primero de ellos fue el líder de la minoría demócrata de la Cámara de Representantes, Dick Gephardt, un ex aspirante a la candidatura presidencial del partido que pretendía volver a presentarse en 2004. Según informaron las cadenas de televisión el miércoles, Gephardt anunciará hoy, jueves, la renuncia al cargo, lo que supone reconocer su fracaso en el liderazgo demócrata. Sin embargo, McAuliffe pronosticó que el partido se preparará para luchar en las elecciones presidenciales de 2004 con la seguridad de que, pese a la derrota, su caudal electoral no se ha perdido. En estos momentos, un eventual triunfo electoral de Bush está fuera de toda duda para los republicanos, quienes se han volcado en la tarea de consolidar su triunfo e imponer su agenda de trabajo con un Congreso que bajará las barreras levantadas por los demócratas. Según los analistas, si mantiene su nivel de popularidad, que supera el 60 por ciento, Bush no tendría problemas para ganar la reelección en las elecciones de dentro de dos años, a menos que ocurra una catástrofe.