OPINIÓN Enrique Vázquez
Tambores de paz
George Bush dedicó la parte central y su primer comentario de su primera rueda de prensa tras su gran éxito electoral del martes a Irak: mintió, un embuste profesional excusable, cuando dijo que no había cambiado nada relevante en el texto finalmente aprobado por la ONU, pero se le vio aliviado porque la guerra se aleja. La primera y sustancial consecuencia de la aprobación por el Consejo de Seguridad de la ONU, es, en efecto, que el ataque americano a Irak, dado por seguro y aún inminente por muchos medios y algunos observadores presuntamente cualificados no es para mañana. Un calendario preciso contenido en el texto da meses a los inspectores para hacer su trabajo y emitir sus primeras conclusiones. Esto pasa, es cierto, por la aceptación por Bagdad de la resolución, que obliga a una urgente y rápida evaluación general de sus programas de armas... pero de allí llegó ya -en boca de Saddam Hussein en persona- el mensaje salvífico: se ''tomará en consideración'' (se aceptará, en otras palabras) una nueva resolución si no esconde una cobertura para una intervención militar americana o es inaceptable para la soberanía nacional iraquí... Estas palabras aluden, en realidad, a lo que ha terminado por ser el eje del problema: hay pocas dudas de que Chirac y Putin han dado garantías a Saddam de que saldrá adelante si acepta el texto y coopera. Y se han trasladado al texto: a) con la mención expresa del respeto a la integridad territorial iraquí; b) con otra a la resolución 1.382, jurídicamente tan válida como la aprobada ayer, y que especifica que si se neutraliza el arsenal iraquí habrá ''una solución global'' de la crisis... es decir, terminará el embargo. Saddam Hussein ha tensado la cuerda tanto que a veces ha parecido cerca de romperla, pero su actitud de fondo ha sido siempre práctica, sabedor de que no podía ganar. Y para él ganar es permanecer. La resolución obtendrá un Irak libre de armas de destrucción masiva, pero cuyo régimen habrá sido indirectamente salvado por una ONU que se verá impelida pronto a exigir de Israel una conducta semejante.