América Latina llega más pobre a la cumbre de la República Dominicana

Cardoso hablaba así ante la pretensión europea de centrar el encuentro en la coalición mundial contra el terrorismo, cuando las prioridades latinoamericanas van por derroteros más prosaicos. Los números le avalan. De los 550 millones de habitantes de la región, 241 millones (el 61,6%) son pobres y, de ellos, 92,8 millones (el 18,6%) viven en la indigencia, es decir, no pueden comprar la canasta mínima de alimentos. Sólo en el 2001, siete millones de personas entraron en la categoría de pobre, según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Cuando acabe el 2002, según todas las previsiones, habrá siete millones de pobres más, con el agravante de que seis de cada siete serán indigentes. La pobreza, en los últimos cuatro años, creció en Brasil, Ecuador, Argentina, Colombia y Paraguay, se estancó en Bolivia, Costa Rica, Honduras y Venezuela, y disminuyó en México, Chile, República Dominicana, El Salvador y Panamá. El caso de Argentina es espectacular: la otrora rica nación del cono sur vio como este año 5,2 millones de sus ciudadanos entraban en la categoría de menesterosos, con lo que el 53% de su población se considera pobre y, de ellos, el 24,7% indigentes. Otro dato descriptivo: 5 de cada 15 nuevos pobres de la región son argentinos. Las razones de la crisis latinoamericana son múltiples y se solapan unas a otras. El derrumbe de las monedas nacionales, las dificultades para acceder a los mercados desarrollados y los deficientes mecanismos de distribución de la riqueza emergen como causas sustantivas. Un botón de muestra es el reparto de la renta en Brasil: el 10% de la población acapara la mitad de los ingresos, mientras que el 10% más pobre se conforma con menos del 1%. No es un caso único. Las perspectivas de salir del pozo son, además, poco halagüeñas. Uno de los problemas de la región es que no es suficientemente pobre, según los criterios de los organismos financieros internacionales o para los programas de ayuda de las naciones desarrolladas. Para miseria en serio, sostienen los países donantes, la de África o Asia, destinatarios del grueso de los recursos de cooperación.