Austria da la espalda a Haider y vota a favor de los conservadores

Haider, un político de 52 años, intentó influir desde su feudo de Carintia en el rumbo que debía tomar el Gobierno federal en Viena. Pero este domingo, el FPÖ perdió casi 17 puntos, un extraordinario castigo para él. Aunque el resultado obtenido por el ÖVP, casi un 43% de los votos, y el 10% del FPÖ hacen posible que los dos partidos puedan volver a formar una coalición para formar el nuevo Gobierno, la posible nueva alianza no estará marcada por la poderosa personalidad de Haider, que vivió la derrota más amarga en su extraordinaria carrera política. «Políticamente es un hombre muerto», dijo Peter Ulram, un analista político austriaco entrevistado por un canal de noticias de Berlín, al referirse al futuro del líder del FPÖ. «Haider era amado y odiado por los austriacos, pero al final terminó haciendo el ridículo con sus viajes a Bagdad y su rechazo a la UE». Austria regresa a la normalidad y la mayoría de la población está a favor de que los dos grandes partidos del país, el ÖVP y el partido Socialdemócrata (SPÖ) revivan la «gran coalición», una fórmula política que imperó en el país durante años. Desde el fin de la guerra y hasta febrero del 2000, los dos partidos se alternaron en el poder y formaron una coalición. El SPÖ recuperó parte de los votos que había perdido en octubre de 1998, pero el 37% de los votos que obtuvo ayer, lo deja en un incómodo segundo lugar y no le permite formar una coalición con los Verdes, que sólo obtuvieron un 8% de los votos, Alfered Gusenbauer, el líder del SPÖ había descartado una alianza con el SPÖ y nunca oculto sus deseos de repetir el modelo alemán y gobernar con los Verdes. Pero, gracias al extraordinario triunfo en las urnas alcanzado por el ÖVP, el destino de Austria está, desde este domingo, en manos de Wolfgang Schüssel, el político democristiano de 57 años, que hace dos años, desafió a Europa y al mundo, cuando decidió sellar la histórica alianza contra natura con Haider. Schüssel resistió las críticas, el aislamiento y una inédita sanción europea, cuando Bruselas impuso durante siete meses sanciones diplomáticas a Austria, alarmada por el discurso xenófobo de los lideres del FPÖ y de la abierta admiración que expresó Haider por el fanático ejército de Hitler. Pero la impecable posición europeísta del líder democristiano y la actitud moderada que mostraron los ministros liberales, convenció a la UE de eliminar las sanciones que impuso a Viena.