Diario de León

OPINIÓN Javier Fernández Arribas

Abismo venezolano

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«El otro tiene que desaparecer». Así de claro y tajante resumía una columnista del diario La Nación, Milagros Socorro, lo que está ocurriendo en Venezuela. Nadie escucha a nadie y se trata de negar todo lo que no esté de acuerdo conmigo, decía una periodista que asumía la responsabilidad de los medios de comunicación que habían tomado partido: «Tenemos la conciencia borracha». Esta conversación mantenida hace un mes en el marco de la Cumbre Iberoamericana de Bávaro presagiaba un incremento de la tensión como se ha producido, con grave riesgo de guerra civil. Esa es también la apreciación preocupada del Gobierno español que, al igual que el resto de actores influyentes, ha depositado en el secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), César Gaviria, la responsabilidad, el apoyo y la esperanza de conseguir un acuerdo entre Gobierno y oposición que evite un enfrentamiento civil en un país como Venezuela donde tener una pistola es lo más normal. Cuando no había crisis política había una media de cinco muertos por herida de bala cada fin de semana y nadie se preocupaba. Ahora, la aparición de violencia política, inédita hasta ahora, complica la solución pacífica a un conflicto envenenado y manipulado. La legalidad constitucional está ejercida por el presidente, Hugo Chávez, elegido democráticamente en las urnas y que fue ratificado multitudinariamente en el 2000 junto con su Constitución, que representa el instrumento activo de la revolución bolivariana. ¿Cómo llega un militar golpista (1992 contra Carlos Andrés Pérez) al poder con los votos de los ciudadanos? Por una situación económica caótica, a pesar de la riqueza petrolífera, producto de la corrupción y el clientelismo político de los partidos tradicionales que fueron barridos del mapa. Pero resulta que el populismo y los salvadores de patrias suelen empeorar los problemas. El PIB se ha reducido este año un 7,1%, la inflación es del 25%, el Bolívar se ha devaluado casi un 100% y el paro alcanza a dos millones de venezolanos. La pobreza es uno de los mayores enemigos de la democracia. Ese es el argumento de la oposición variopinta que no respeta las reglas de juego de la democracia y quiere deshacerse de Chávez.

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