Diario de León

OPINIÓN Enrique Vázquez

Segundo acto

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Como era de prever, la decisión norteamericana de descalificar fuertemente el informe iraquí sobre armas de destrucción masiva ha abierto el segundo acto del complejo proceso abierto en una fecha imprecisa por el gobierno Bush y acusa una pertinaz continuidad en lo esencial: el dúo Washington-Londres no termina de suscitar un coro claro a favor de una intervención militar... De hecho, el espectáculo del jueves en el Consejo de Seguridad fue notable: apenas terminados los comentarios de los jefes de inspección Blix y Baradei se sucedieron intervenciones contundentes del embajador Negroponte y el Secretario Powell, todo contra reloj para marcar, antes de que el presidente lo ratificara ayer, lo que tienen por violación patente por Iraq de la resolución 1441. El resto, hamletianamente, fue silencio: incluso el leal socio británico mantuvo un perfil bajo y se han percibido, además, señales británicas curiosas: una es que BBC puso a disposición de Hans Blix sus potentes micrófonos para que éste dijera que si americanos y británicos están tan seguros de que hay armas ocultas deben comunicarle lo que sepan, ayudar. Además, el embajador en la ONU, Jeremy Greenstock, dijo que Hans Blix «no ha podido ni confirmar ni desmentir que Bagdad disponga de armas prohibidas» y, en fin, el acreditado «The Times» creía saber ayer que el gobierno Blair ha cambiado de opinión y se dispone a dar una batalla legal para obtener una explícita y segunda resolución antes de atacar... como si hubiera sido sensible a la clara oposición a un ataque unilateral que el miércoles expresó nada menos que la comisión de Asuntos Exteriores del parlamento británico, un fuerte revés para el gobierno y, en concreto, para el ministro Jack Straw. ¿Es suficiente el diagnóstico, bastante generalizado, según el cual el informe deja mucho que desear para establecer la culpabilidad iraquí, volver sólo ritualmente al Consejo y pasar al ataque? Claramente, no. Las posiciones están donde estaban: entre la violación patente de Washington, las zonas grises de París y la convicción de que Bagdad podrá mejorar el informe (Berlín) hay muchas diferencias. Tales diferencias empezaron con la semántica, que da su lección habitual: el informe incluye falsedades, fraudes, engaños, mentiras, omisiones, carencias, insuficiencias, agujeros, generalidades... ¿Con qué quedarse? El mundo mira a los inspectores, cuyo jefe, Hans Blix, pidió a los servicios secretos anglo-americanos que le digan a él donde están los equipos clandestinos...

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