Boris Johnson resiste la revuelta ‘tory’: «En nombre de Dios, vete»
Peticiones de dimisión y deserciones mientras se desinfla la conspiración para derribar al ‘premier’
Un exministro conservador pidió a Boris Johnson que dimita y un diputado del grupo parlamentario incluso cruzó la franja que separa las bancadas de la Cámara de los Comunes para unirse a los laboristas. El drama de las fiestas en Downing Street parecía, ayer, que se cobraría la cabeza del líder pero en realidad el primer ministro británico parece por el momento salvado de los intentos de derribarlo.
Fue su principal asesor desde julio de 2019 a noviembre de 2020, Dominic Cummings, quien dio fuerza al intento de desbancarlo al desvelar hace diez días que Johnson acudió a una reunión social con bebidas el 20 de mayo de 2020, convocada por su secretario privado. Y dijo también que él le había advertido personalmente de que era ilegal y que otros también le habían aconsejado que desconvocase la reunión.
Es tan obvio que el primer ministro miente a lo largo de esta saga que David Davis sintió de nuevo uno de sus arrebatos éticos. Este exsoldado de un cuerpo auxiliar del regimiento especializado en la infiltración de líneas enemigas, hijo de una madre soltera que ganó su fortuna antes de entrar en el Parlamento, quiso ser líder del partido. Pero David Cameron le ganó presentándose como el joven Tony Blair de los conservadores.
En 2008, como responsable de Interior en la primera fila de la oposición liderada por Cameron, dimitió como diputado y se presentó a la reelección para hacer campaña contra la propuesta del Gobierno laborista de extender la detención de presuntos terroristas hasta 42 días y su aceptación por el partido. Fue reelegido y expuso sus principios, aunque el juicio más extendido fue que era un acto impulsivo y más que nada un gesto. Su fama más reciente se debe a su papel como negociador del Brexit con la Unión Europea en el Gobierno de Theresa May. Dimitió cuando la primera ministra quiso engañar a su Gabinete con un complejo sistema que mantenía al Reino Unido en la unión aduanera. Boris Johnson, entonces ministro de Exteriores, celebró la propuesta, pero dimitió cuando se enteró de que David Davis había abandonado el Gobierno.
Davis no es hincha de pijos de Eton que no sirvieron en el Ejército, como Cameron o Johnson, pero sí apoyó a este para el liderazgo. Le resultó insoportable la entrevista del primer ministro en televisión el martes y, arropándose con citas históricas, le dijo 24 horas más tarde: «Has ocupado ese asiento demasiado tiempo para el bien que has hecho. En el nombre de Dios, vete». Entonces el ‘premier’ se dio la vuelta y dijo una rara verdad: «No sé de qué está hablando».
Christian Wakeford pasó al mediodía de los escaños conservadores a los laboristas. El público más atento sabía sólo que, cuando su distinguido colega Owen Patterson creó un monumental lío por negarse a aceptar una leve sanción por corrupción, le llamó ‘cunt’, la palabrota más impronunciable del inglés. Significa coño e imbécil. Su vecino de circunscripción en Bury dice ahora que es un hombre de temperamento caliente.
Según la agrupación de jóvenes del Partido Laborista en Bury Sur, es un chaquetero. Se ha unido al partido, según ellos, porque obtuvo el escaño en 2019 por 402 votos y ve que lo perderá en los próximos comicios si los sondeos siguen como ahora. No lo quieren. Le reprochan que haya votado en el Parlamento en favor de las leyes más odiadas por los jóvenes laboristas de la ciudad. Wakeford es el hombre caliente del grupo de diputados de ciudades exlaboristas que han conspirado esta semana para forzar el derribo de Johnson.
Están en el Parlamento gracias a lo simpático que caía el hoy mandatario del país a los votantes de esas comarcas ‘brexiters’ norteñas. Son en su mayoría exconcejales, sin un futuro profesional brillante fuera de la política. Tienen miedo a que su gloriosa victoria de 2019 sea efímera, pero su conspiración no prende en los escaños.
En tofo caso, el primer ministro sobrevivió al teatro parlamentario y anunció la eliminación de restricciones por covid la próxima semana. La cifra grave de inflación, 4.7%, se alivia con la libertad de movimientos y la promesa del fin de la pandemia.
Mientras, el informe de la funcionaria que investiga la conducta en Downing Street durante los confinamientos llegará quizás la próxima semana. Sin otro testigo de la mentira de Johnson más que el citado Cummingsm el líder británico puede sentirse salvado.