La ratonera de Mariúpol: cien mil civiles quedan atrapados en el fuego cruzado
La Cruz Roja se ve obligada a posponer el convoy de evacuación de civiles al no respetar ningún bando el alto el fuego
El equipo de Comité Internacional de Cruz Roja (CICR) que se dirigía ayer a Mariúpol para facilitar la salida segura de civiles «se tuvo que dar la vuelta debido a que las condiciones hacían imposible la operación». Con este mensaje anunció el organismo internacional que pospone la evacuación veinticuatro horas a la espera de que se den las circunstancias adecuadas de seguridad. Los responsables de CICR ya alertaron a primera hora de que «la evacuación de civiles es extremadamente complicada».
El organismo internacional envío tres vehículos a esta ciudad costera cercada por las fuerzas rusas con el objetivo de liderar un convoy con 54 autobuses y decenas de vehículos privados, pero no pudo ni siquiera llegar. El CICR explicó que los obstáculos a los que se enfrenta son la falta de garantías de que las tropas sobre el terreno estén al tanto del acuerdo entre Kiev y Moscú para abrir un corredor humanitario y la falta de consenso sobre el lugar al que trasladar a los desplazados.
El portavoz de la organización, Ewan Watson, alertó de que «el tiempo se agota para la gente de Mariúpol» y lamentó que su organización «se quede sin adjetivos para describir los horrores que sufren los residentes».
La desesperación de los civiles por salir hizo que muchos optaran por no esperar a contar con la protección del organismo internacional, que en las últimas semanas tampoco ha podido obtener las garantías necesarias en otros intentos de abrir corredores.
El Ayuntamiento difundió un vídeo en redes sociales a media tarde en el que informaba de «la salida de 2.000 civiles en autobuses» con dirección a la cercana Berdiansk, ciudad ocupada por los rusos. El vicealcalde, Petro Andryushchenko, informó en Telegram de «la extrema peligrosidad de la operación» y denunció que desde el jueves «las fuerzas de ocupación se han negado de forma categórica a permitir la entrada de ayuda humanitaria, ni siquiera en pequeñas cantidades».
También el gobernador de la región de Donetsk, Pavlo Kirilenko, acusó a Rusia de romper su promesa e impedir la llegada de la ayuda. El Ejecutivo regional esperaba contar con nueve corredores humanitarios para la evacuación de civiles. Además del de Mariúpol, afectaría a Energodar, Berdiansk, Melitopol, Rubiyne, Niynee, Severodonetsk, Popasna y Lisichansk. Todo es complicado de gestionar en la zona cero de esta guerra, donde ni rusos ni ucranianos se dan una tregua que permita escapar a los miles de civiles atrapados en mitad de los combates. Según las autoridades municipales, son más de cien mil las personas a la espera de poder dejar ese infierno en el que ya han muerto al menos 5.000 civiles, muchos de ellos niños.
El alcalde de Mariúpol, Vadim Boychenko, reclamó ayer ayuda exterior para reconstruir su urbe tras la destrucción causada por la agresión rusa. Cifró, según una estimación mínima preliminar, en unos 10.000 millones de dólares la cantidad precisa para que la ciudad vuelva a recuperarse.
«Cada crimen, cada asesinato y destrucción causados por el agresor debe ser registrado y remitido a un tribunal internacional. Los criminales de guerra tienen que ser castigados. Estamos trabajando en estrecha colaboración con el Gobierno y las administraciones civil y militar de Donetsk para lograr que Rusia no solo pague las reparaciones, sino que también indemnice a todos los vecinos por el sufrimiento y los daños causados», señaló Boychenko. El Ayuntamiento celebró además una sesión extraordinaria para realizar un llamamiento a la comunidad mundial para que reconozca los ataques del Ejército del Kremlin como genocidio.