Rusia ‘filtra’ en campamentos a los ucranianos
Ucrania acusa a los rusos de trasladar a civiles por la fuerza para usarlos «como mano de obra barata» que no podrán salir de Rusia
«Aquí nos tratan bien, con cariño y nos han dado de comer». Es el testimonio agradecido de una mujer ucraniana de 70 años que formaría parte de las entre 350.000 y 500.000 personas que han acabado en campos de refugiados rusos. Espacios a los que según Kiev se está llevando a sus ciudadanos forzosamente y en los que, de acuerdo con la versión de Moscú, se ayuda a los desplazados por la guerra que llegan a ellos «de forma voluntaria».
Las imágenes emitidas ayer por varios medios de comunicación han sido grabadas y difundidas por la propia Rusia. Se desconoce dónde exactamente porque existe un número indeterminado de estas instalaciones tanto en territorio de la Federación, cerca de la frontera con el país invadido, como en las regiones prorrusas de Donesk y Lugansk o en la vecina Bielorrusia.
El vídeo muestra por primera vez cómo es la vida de los refugiados dentro de estos recintos y en él puede verse a decenas de personas acogidas en un pabellón en el que se han establecido camas con mantas y a soldados rusos preparando la comida o jugando con niños. Sería una buena noticia si no fuera porque la sospecha planea sobre estas zonas de acogida, conocidas como ‘campos de filtración’.
Su historia no inspira confianza. El Gobierno ruso comenzó a usarlos en la guerra de Chechenia, en 1999, para identificar y purgar a los disidentes y guerrilleros independentistas de la antigua república que pretendían huir entre la población civil. Ahora Kiev asegura que cientos de miles de personas, sobre todo procedentes de Mariúpol o Chernígov, estarían siendo trasladadas a ellos sin su consentimiento y como paso previo a ser ‘deportados’ a poblaciones rusas en «las que se les empleará como mano de obra barata» y de las que no podrían salir al menos en dos años.
¿Liberados de qué?
Algunos testimonios corroboran que las sospechas tienen cierto fundamento. Esta semana el diario ‘The Washington Post’ recogía el testimonio de una mujer a la que las tropas enviadas por Vladimir Putin habían «obligado» a salir de Mariúpol y habían trasladado a uno de estos centros.
«En todas las etapas del viaje fuimos tratados como cautivos o como criminales. Una vez en el campo te agregan a tres bases de datos diferentes y te dicen que te llevarán más lejos, pero no adónde. Y todo el rato insistían en que teníamos que estar agradecidos de que nos diesen un bocadillo o de que nos hubiesen liberado ¿Liberados de qué?», se preguntaba la mujer, que finalmente pudo librarse del traslado al probar que tenía unos familiares que vivían en una población cercana. Rusia, mientras tanto, niega que se esté sacando a los civiles de su país por la fuerza.