El peligro de huir de Mariúpol
Lourdes Velasco | Zaporiyia
La primera parte de la operación para evacuar a civiles de la acería de Azovstal concluyó ayer con éxito con la salida de la planta de 101 personas, de las que 69 optaron por desplazarse hasta Zaporiyia y el resto decidieron quedarse en la asediada Mariúpol, una ciudad de la que Naciones Unidas logró unir a su convoy a otras 58 personas. Fue la primera operación de rescate de gran calado gestada con el acuerdo de los gobiernos de Ucrania y Rusia con la colaboración de la ONU y el apoyo de Cruz Roja, con la que se logró la salida de 137 personas en total de la zona de Mariúpol, de donde llegan relatos terroríficos de devastación.
El viaje fue extremadamente complicado y estuvo lleno de riesgos: durante el camino se encontraron minas, municiones sin explotar y ataques de mortero. «No tengo ni idea de dónde venían», explicó Sebastian Rhodes, de Naciones Unidas, al ser preguntado sobre si los atacantes eran rusos. «Estamos preocupados porque hay más civiles que siguen allí», dijo un portavoz de la ONU. Además de civiles y soldados heridos, en la acería sigue combatiendo el batallón de Azov, que defiende el último reducto de la ciudad ocupada.