El G7 traza respuestas contundentes a una Rusia de Putin envalentonada
La guerra hace caer los índices de crecimiento, sube la inflación y escasean los combustibles
Los líderes del G7 abrieron ayer su cumbre en Baviera, en el sur de Alemania, entre promesas de respuestas contundentes a Moscú, comandadas por Estados Unidos y Reino Unido, y exhibiciones de poder militar por parte de Rusia en Ucrania con ataques contra Kiev.
El canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente estadounidense, Joe Biden, acudieron al castillo de Elmau dispuestos a mostrar cohesión, el término más empleado en una cumbre estratégicamente colocada entre la de la Unión Europea (UE), el pasado jueves, y la de la Otan en Madrid, el miércoles.
«Tenemos que asegurarnos de que estamos unidos y continuamos trabajando en los retos económicos a los que nos enfrentamos», le dijo Biden a Scholz en el breve intercambio de palabras ante las cámaras, tras una bilateral previa al G7.
«Todos los estados del G7 estamos preocupados por la crisis que tenemos que afrontar. En algunos países caen los índices de crecimiento, sube la inflación, escasean los combustibles, las cadenas de suministro se bloquean», reconoció el canciller alemán, tras la primera sesión en formato G7.
Biden, Scholz, el francés Emmanuel Macron, el italiano Mario Draghi, el canadiense Justin Trudeau, el británico Boris Johnson y el japonés Fumio Kishida posaron para la foto de familia sonrientes, sin corbata, bajo el sol y desde el imponente paisaje montañés de Elmau, a 1.000 metros de altitud.
Al anhelo de cohesión se sumó el de mostrar optimismo pese a los malos tiempos: «Estamos convencidos de que sabremos dar una respuesta a los desafíos de la brutal agresión rusa», aseguró Scholz.
Pero mientras Biden y Johnson, a través de twitter o desde sus delegaciones, avanzaban una determinación compartida del G7 por endurecer las medidas contra Moscú, desde la UE se recordaba que había que velar porque esas sanciones no reviertan contra quienes las dictan.
EL EMBARGO AL ORO RUSO
Antes incluso de su primera comparecencia con Scholz, Biden había lanzado ya su propio mensaje a través de su cuenta en twitter. «Junto con el G7 anunciaremos la prohibición de la importación de oro ruso, una importación mayor que genera decenas de miles de millones de dólares a Rusia», afirmó el presidente estadounidense.«Estados Unidos ha impuesto costes sin precedentes contra (el presidente ruso, Vladímir) Putin para quitarle los ingresos que necesita para financiar su guerra contra Ucrania», afirmó.
La idea de Biden respecto al oro ruso es compartida por el británico Johnson, aparentemente determinado a que el resto del G7 —es decir, incluidos los socios de la Unión Europea (UE), Alemania, Francia e Italia— se una a esas sanciones.
Las delegaciones de los tres socios de la UE del club de los poderosos están abordando ya esta posible ampliación de las sanciones, aunque por el momento no hay decisiones, indicaron fuentes alemanas.
Tampoco se considera, por parte de Berlín, que Alemania deba asumir un papel de liderazgo dentro de la UE respecto a la guerra de Ucrania, tal como aparentemente propone la Casa Blanca.
El propósito de Scholz es «buscar consensos», más que asumir un liderazgo, tanto en el ámbito del G7 como en las reuniones a las que se sumarán mañana los líderes de los cinco países invitados a la cumbre -India, Indonesia, Sudáfrica, Senegal y Argentina.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel -presente en Elmau junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen- expresó su confianza en que se encuentren soluciones para sancionar al sector del oro ruso, sin sufrir las consecuencias de esa decisión.
Su declaración remitía a la situación de parte de Europa, que está sufriendo las consecuencias de la reducción de suministros por parte de Moscú -muy especialmente Alemania, dependiente del gas ruso.
Mucho mejor eco encontró, por parte de la UE, el propósito de Scholz se avanzar en el llamado Club del Clima, al que Berlín quiere se unan, junto a las potencias del G7, un amplio espectro de otros países industrializados, desde una perspectiva «inclusiva».