Diario de León

Johnson desaloja Downing Street y deja una enorme crisis como herencia

La ministra de Exteriores, Liz Truss, tiene el apoyo mayoritario del partido para sucederle y prepara un programa centrado en reducir impuestos

Ciaran Gallagher da los toques finales a su mural en Belfast con Rishi Sunak y Liz Truss separados por el 10 de Downing Street. MARK MARLOW

Ciaran Gallagher da los toques finales a su mural en Belfast con Rishi Sunak y Liz Truss separados por el 10 de Downing Street. MARK MARLOW

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Liz Truss ha ganado la batalla. Todo apunta a su nombramiento como primera ministra del Reino Unido el 5 de septiembre. El veredicto a favor de la ministra de Exteriores, de 47 años, casada y con dos hijas, es casi unánime. Sólo su contrincante en las primarias conservadores, el anterior titular del Tesoro, Rishi Sunak, se cree con bazas suficientes entre los estimados 160.000 afiliados del partido con derecho a voto. Exbanquero hindú, casado y padre de dos hijas, se siente capaz de dar la sorpresa y ser el elegido para sustituir a Boris Johnson en el número 10 de Downing Street. El sábado recibió un fuerte respaldo de Michael Gove, cerebro del ‘brexit’ e implacable reformista ministerial.

La distancia entre ambos finalistas se acortó ocho puntos esta semana, pero Truss aventaja a Sunak por 32 puntos en el último sondeo de YouGov con afiliados ‘tories’. El 57% de los entrevistados afirmaron que ya han votado. Conservative Home, plataforma digital para las bases del partido, extrae una conclusión similar de su más reciente consulta. La candidata de «continuidad», a quien apoyan las facciones radicales euroescépticas y destacadas diputadas, sigue en cabeza con el 60% de apoyos. Sunak avanza rezagado con un 28% y el 9% se declara indeciso.

John Curtice, profesor de Políticas y experto en estudios de opinión, cree que sólo un «fracaso espectacular» de Truss en la etapa final provocaría un vuelco en la carrera. Ahora mismo ve a Sunak con el 5% de posibilidades de victoria. Curiosamente, según YouGov, el destronado primer ministro sería reelegido con holgura de haber tenido la oportunidad de competir con sus dos colegas de gabinete. En ese escenario, el 46% de la militancia votaría por Johnson, el 24% a favor de Truss y el 23% a Sunak.

Camiones de mudanza se avistaron en Downing Street días atrás, coincidiendo con las vacaciones familiares de Johnson en Grecia. El jefe de Gobierno en funciones ha despejado quizá la residencia y el despacho oficial, pero su influencia en la militancia y su gancho entre electores de otros partidos pesarán sobre su sucesor.

Los laboristas, con Keir Starmer al frente, suman el 43% de apoyos en intención de voto, frente a 28% los conservadores, de acuerdo con otro sondeo online de la misma firma publicado en ‘The Times’.

Truss ha hecho una campaña como la sucesora natural y ministra leal que votaría en contra de la comisión parlamentaria que investiga si Johnson mintió a la Cámara de los Comunes sobre las fiestas de la pandemia, que precipitaron su caída política. El recorte de impuestos centra su programa económico en un contexto inflacionario y de incertidumbre energética, que ha llevado al viperino Gove a clamar ayer que «muchos se han tomado vacaciones de la realidad».

De escala en Belfast, durante la gira nacional de debates con afiliados conservadores, Truss se ha comprometido a tramitar «lo antes posible» el polémico y probablemente ilegal proyecto de Ley del Protocolo de Irlanda del Norte. La propuesta otorga carta blanca a ministros británicos para abolir secciones del acuerdo de retirada de la Unión Europea, que desaprueban los dirigentes y las bases unionistas.

La candidata favorita garantizó a la reducida audiencia norirlandesa que no capitularía en las «cuestiones fundamentales» de protección de la soberanía e identidad británicas del territorio, aunque una acción unilateral de Londres corra el riesgo de multiplicar las disputas legales con Bruselas y los obstáculos hacia un tratado comercial con Estados Unidos.

De mayor urgencia para la nueva familia que se va a instalar en Downing Street será el explosivo combinado de desorbitantes tarifas energéticas y una tasa de inflación del 10,1%, que no ha tocado techo todavía. Tipos de intereses en alza y el inicio de una larga recesión proyectada por el Banco de Inglaterra para finales de año enmarcan el contexto de crisis que Johnson deja en herencia.

Truss apuesta incesantemente por la reducción de la carga fiscal del asalariado y las empresas como motor de inversión y crecimiento económico. Tuvo que retroceder en su comentario al ‘Financial Times’ de que no le gustan las «limosnas» estatales y ahora no descarta ofrecer ayudas a la población vulnerable y desfavorecida económicamente.

La alternativa, según advierte en una carta un centenar de gestores y médicos de la red estatal de Salud (NHS), es el «riesgo de una emergencia sanitaria pública». Se prevé una subida por encima del 50% del recibo de la electricidad y del gas a partir de octubre y las ONG alertan de que millones de familias caerán en la pobreza energética.

Sin ayuda gubernamental, tendrán que elegir entre calentar la comida o el dormitorio, con inevitables secuelas para la salud mental y física de niños y adultos, según los expertos. «El país se enfrenta a una crisis humanitaria», alerta Matthew Taylor, director de la Confederación de la NHS y coordinador de la carta remitida al gobierno conservador.

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