Muere la reina del mundo
LA GRAN SOBERANA británica muere a las 96 años rodeada de su familia en su residencia favorita, el castillo de Balmoral, tras 70 años de reinado. La monarca, que creció sin saber que un día se convertiría en reina y sorteó todo tipo de dificultades, incluida la muerte de la llorada Diana de Gales, la ‘reina del pueblo’, logró poner a salvo la corona de los Windsor apoyada en los últimos años en la rama más joven de la dinastía, su nieto Guillermo y su esposa Kate. Hereda el trono su hijo, que reinará con el nombre de Carlos III. Camilla será reina consorte. Tienen ante sí el gran reto de superar el legado de una mujer que ha sido un referente universal y, por primera vez en la historia de las monarquías, hasta un icono pop. La gran reina del mundo.
La reina Isabel II (Elizabeth Alexandra Mary, Londres, 21 de abril de 1926-Castillo de Balmoral, 8 de septiembre de 2022) falleció «en paz» a los 96 años, rodeada de su familia, ayer por la tarde tras unas horas en las que las personalidades públicas y la población esperaron la confirmación de lo que parecía irremediable.
Al mediodía, un comunicado del Palacio de Buckingham informaba de que los médicos supervisaban su «preocupante estado de salud» en Balmoral, donde la monarca pasaba habitualmente los meses de agosto y septiembre. El ya nuevo rey, Carlos III, y su esposa y reina consorte, Camila, fueron los primeros en acudir a la mansión tras el parte médico. Regresarán a Londres hoy mismo para que el hasta ahora príncipe de Gales sea confirmado formalmente como rey en una breve ceremonia en el Palacio de St. James, próximo al de Buckingham.
A Balmoral llegaron los príncipes de Gales y después, en un vehículo conducido por el príncipe Gillermo, los otros hijos de la reina: el duque de York, Andrés, y el conde de Wessex, Eduardo, así como a la condesa de Wessex, Sofía. El duque de Sussex, el príncipe Enrique, acudió solo y más tarde. Catalina y Meghan no han viajado al castillo.
El protocolo que ordena los pasos a seguir indica que el féretro de la reina será transportado al palacio de Holyrood, situado en Edimburgo, frente al Parlamento de Escocia, antes de ser transportado a Londres en el Tren Real (o en avión desde el aeropuerto de Aberdeen). El funeral de Estado está previsto para el lunes 19 de septiembre.
Los problemas de movilidad que había padecido en los últimos meses le impidieron viajar esta semana al Palacio de Buckingham para oficiar el cambio de jefes de Gobierno. Tanto el primer ministro cesante, Boris Johnson, como su sustituta, Liz Truss, tuvieron que viajar a Escocia. La fotografía oficial del encuentro con la nueva ‘premier’ mostraba a una reina más frágil de lo habitual, que en su mano derecha tenía un hematoma. Pero no había información sobre problemas de salud que pusieran en peligro su vida.
«La muerte de mi querida Madre, Su Majestad la Reina, es un momento de gran tristeza para mí y para todos los miembros de mi familia», escribió el nuevo rey, Carlos III de Inglaterra, en su primer comunicado como monarca. «Estamos de luto por el fallecimiento de una querida soberana y amada madre. Sé que su pérdida será hondamente sentida a través del país, de los territorios, de la Commonwealth, y por un número incontable de personas en todo el mundo».
Aunque el nuevo rey no había confirmado su nombre como monarca, la primera ministra, Liz Truss, expresó en su declaración la lealtad y devoción del país a Carlos III. La jefa de Gobierno afirmó que el fallecimiento causa una «gran conmoción en la nación y en el mundo». «El Reino Unido es un gran país por ella», añadió. «En buenos y en malos tiempos, proveyó la estabilidad y la fuerza que necesitábamos». La decimoquinta jefe de Gobierno de su reinado recordó que Isabel II había visitado un centenar de países.
Las expresiones de afecto y respeto llegaron desde todas las partes del mundo. Presidentes de república, de Gobierno, reyes y turistas sorprendidos por la noticia en la lluviosa Londres mientras paseaban por los palacios reales expresaron el impacto universal de la reina más longeva del Reino Unido. La conmoción en el país será más intensa porque hace solo tres meses, su Jubileo de Platino desembocó en una gran fiesta nacional en la que ella era la protagonista.
Su longevidad fue celebrada en una variedad de actos espectaculares en torno al Palacio de Buckingham y en otros puntos del Reino Unido. Las dificultades para caminar limitaron su presencia, pero participó de forma imprevista en la última jornada de celebraciones de su reinado. Fue una enorme demostración de afecto a Isabel II, que había perdido un año antes a su marido, Felipe de Edimburgo, cinco años mayor que ella. Pero problemas de salud de aparente levedad parecían también afectarle. En 2003 tuvo que someterse a cirugía en una rodilla. En octubre de 2021, pasó una noche en un hospital privado, para ser sometida a «investigaciones preliminares», de las que salió «con buen ánimo». Usó bastones en ceremonias públicas. En febrero, bromeó con dos asistentes militares, a los que dijo que no podía moverse, en una audiencia en el castillo de Windsor, donde ha vivido la mayoría del tiempo desde la muerte de Felipe de Edimburgo, renunció más tarde a presidir la apertura oficial del Parlamento, conocida como ‘El Discurso de la Reina’ y no pudo participar plenamente en el Jubileo, en junio, aunque era la gran fiesta organizada en su honor. En julio acudió a actos públicos, como la apertura de un hospicio, pero tampoco pudo viajar esta semana al Palacio de Buckingham para el cambio de primeros ministros. El miércoles canceló una reunión virtual con el Consejo Privado, formado por políticos que han tenido puestos ministeriales y, entre otras funciones, actúa como testigo del sello real de las leyes aprobadas por el Parlamento. Según el comunicado de Palacio, había tenido la víspera, tras sus encuentros con Boris Johnson y la nueva ‘premier’ Liz Truss, «un día muy cargado».
Balmoral es probablemente la más querida por la reina fallecida entre todas las residencias de la familia real. Se accede a la mansión por carretera desde Aberdeen, una hora de trayecto hacia un paraje muy poco poblado de las Tierra Altas escocesas. El río Dee avanza por el valle y, aunque la mansión en sí, con maneras de castillo, no tiene gran belleza arquitectónica, el paisaje es extraordinario.
Las imágenes más relajadas de la familia son posiblemente las que retratan a la reina y a su marido rodeados de sus hijos en una barbacoa, cazando o caminando por la enorme hacienda. Uno de los rituales de su estancia estival en Balmoral era la invitación al jefe del Gobierno y a su pareja. Otras era la asistencia a la competición de juegos escoceses en la vecina localidad de Braemar. Fue adquirida por la reina Victoria y su marido, el príncipe Alberto, en la mitad del siglo XIX. Tras el temprano fallecimiento de su esposo, Victoria se refugió allí para vivir su largo duelo. El Parlamento envió delegaciones para pedir a la monarca que regresara a Londres. Hay una evocación histórica en la muerte de Isabel II en Balmoral.
Su carisma traspasó todas las generaciones. Fue un auténtico icono pop que inspiró canciones punk y obras de Warhol