Su refugio en Transilvania
Desde que estuviera allí por primera vez hace dos décadas, Carlos III de Inglaterra visita cada año la región rumana de Transilvania, un territorio bucólico jalonado de construcciones medievales donde el monarca ha encontrado la paz que en ocasiones le han negado sus súbditos. «Cuando venía a Rumanía dejaba las preocupaciones en la frontera», cuenta a Efe Aura Woodward, que durante años se ocupó de los muchos proyectos de desarrollo que la fundación del entonces heredero ha puesto en marcha en Transilvania. Liberado de los estrictos protocolos de seguridad, de la atención obsesiva de los tabloides británicos y de otros rigores a los que estaba sometido en su país, Carlos hizo de Transilvania un refugio que le permitía relacionarse con gente corriente sin la pompa asociada a su rango. Además de darle la atención mediática y la promoción turística que suponían sus constantes visitas, Carlos ha querido contribuir al desarrollo de la Transilvania rural con multitud de proyectos de conservación del patrimonio arquitectónico de la zona.
Con financiación, desarrollo del turismo y la movilización de arquitectos y otros especialistas en conservación, Carlos ha contribuido a conservar palacios medievales al tiempo que se implicaba en documentar y preservar la flora salvaje, única en Europa, de la Transilvania de los sajones a través de su propia fundación y el patronazgo y la colaboración con otras organizaciones.