EE UU militariza su frontera con México para intentar contener la ola de migrantes
El Gobierno de Texas desplegó ayer a 400 efectivos de la Guardia Nacional y la Policía Federal en la frontera entre Ciudad Juárez (México) y El Paso (Texas), así como concertinas y camiones militares. Se trata de un tramo en el que no hay muro y solamente un canal del Río Bravo separa a los migrantes que se agolpan en la orilla mexicana de alcanzar territorio estadounidense.
En los últimos meses decenas de miles de migrantes de Centroamérica y Sudamérica han llegado hasta la frontera con el objetivo de cruzar a Estados Unidos. Solamente en octubre, el último mes del que hay registros, las autoridades fronterizas estadounidenses atendieron en El Paso a más de 50.000 migrantes. Es un aumento de 280% en comparación con el mismo mes del año pasado, y el mayor incremento de toda la línea limítrofe sur de Estados Unidos.
La gran afluencia de migrantes y el intento masivo de cruzar la frontera el domingo llevaron al alcalde, el demócrata Oscar Leeser, a decretar el estado de emergencia para poder acceder a fondos federales para la atención humanitaria. La respuesta del Gobierno del republicano Greg Abbott ha sido militarizar la frontera.
La ola migratoria se debe en gran medida a las perspectivas de los migrantes de que se derogase el polémico Título 42. Una norma sanitaria que rescató la Administración de Donald Trump en 2020 que, en resumen, permite devolver a México a la mayoría de migrantes de manera acelerada. La decisión esta misma semana del Tribunal Supremo de mantener en vigor la norma ha hecho cundir ahora la incertidumbre entre los migrantes situados en el lado mexicano de la frontera. En los próximos días se conocerá la resolución final de la justicia estadounidense.
Algunos expertos consideran discriminatorio el Título 42. Para poder solicitar asilo en EE UU, es necesario estar en territorio estadounidense. El problema es que la citada norma permite la devolución inmediata de migrantes de algunos países, pero no de otros. Así, los provenientes de Venezuela y la mayor parte de Centroamérica son inmediatamente devueltos a México. En cambio, los que llegan desde Ecuador, Perú, Nicaragua o Colombia se entregan a las autoridades para tramitar sus solicitudes de asilo, ya que estos países no están sujetos al Título 42. Sin embargo, la política impulsada por Trump conocida como ‘Quedarse en México’ les obliga a esperar en el lado mexicano de la peligrosa franja fronteriza hasta que su solicitud sea aprobada. El proceso puede tardar años.