Xi culmina su giro autoritario perpetuándose como presidente de China
Acabando con el límite de permanencia en el poder que habían seguido sus dos inmediatos antecesores, Xi Jinping se proclamó ayer presidente de China para un tercer mandato tan histórico como inédito. En principio, serán cinco años más al frente del país, pero Xi puede perpetuarse en el cargo de por vida porque ya se ha erigido en el dirigente más poderoso desde el ‘padre de la patria’, Mao Zedong.
Sin un solo voto en contra de los 2.952 diputados de la Asamblea Nacional Popular, Xi Jinping fue reelegido entre aplausos en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín. Empezando por el propio Xi y la cúpula del régimen, los únicos que iban sin mascarilla, y siguiendo por los demás diputados, todos ellos votaron durante una hora mientras sonaban alegres melodías tradicionales.
Quince minutos después de que todas las papeletas fueran depositadas, y mientras Xi charlaba relajado en el estrado con su número dos, Li Qiang, y el ideólogo de la propaganda, Wang Huning, los resultados aparecieron en las pantallas de la sala y fueron anunciados por un portavoz.
Promesa del cargo puño en alto
Sin sorpresas en esta democracia ‘made in China’, que Pekín denomina «popular» frente al modelo pluripartidista de Occidente, el recuento era unánime porque, entre otras cosas, no había ningún otro candidato. Una vez más, el número de periodistas extranjeros, sobre todo corresponsales occidentales, fue limitado drásticamente y no hubo más remedio que ver la sesión por la tele. Tras la votación, soldados de gala desfilando con paso marcial entraron en el auditorio con la Constitución china para que Xi jurara el cargo.
«Prometo ser fiel a la Constitución de la República Popular China, salvaguardar la autoridad de la Constitución, cumplir las responsabilidades legales de mi puesto, ser leal a la madre patria y al pueblo, mostrar el máximo respeto con mi deber, acometer los asuntos públicos con integridad, aceptar la supervisión de la gente y trabajar con esfuerzo para construir un gran y moderno país socialista que sea próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado, armonioso y bello», dijo con el puño derecho en alto y la mano izquierda sobre la tapa roja de la Carta Magna.