20 aniversario de la invasión de Irak: «Si Sadam levantara la cabeza»
Los coches hacen cola para entrar en el aparcamiento de Las Mil y Una Noches. Este centro de ocio se ha convertido en apenas tres meses en uno de los lugares de moda para familias y jóvenes en Bagdad. El lugar lo tiene todo: restaurantes nacionales e internacionales, tiendas, cafeterías, bolera, parque acuático. Todo ello situado en el barrio de Adhamiya, a orillas del Tigris y con un embarcadero del que cuelgan casetas de madera en las que hay mesas para cuatro comensales y en el que se pueden alquilar barcos de paseo.
Caminar por estos jardines o disfrutar de estas vistas era impensable hace veinte años porque se trata del palacio Al-Sujud, una de las residencias de Sadam Hussein en Bagdad, a la que bautizó con el diminutivo del nombre de su esposa Sajida. Éste pudo ser uno de los últimos refugios del dictador en la capital antes de la llegada de los estadounidenses.
Hoy se cumplen veinte años del inicio de la invasión lanzada por George W. Bush, pero sus tropas no tomaron Bagdad hasta el 9 de abril, ese mismo día Sadam realizó su última aparición pública y eligió para ello Adhamiya, bastión suní y uno de los últimos lugares en caer en manos del enemigo. Rodeado por cientos de seguidores que gritaban que estaban dispuestos a dar su vida por él, el dictador se subió a lo alto de un vehículo para agradecer el cariño y desapareció. Sus siguientes imágenes datan del 13 de diciembre, cuando fue detenido en su escondite de Ad Dawr, cerca de su Tikrit natal.
«La zona del helipuerto de Sadam la ocupan ahora tres restaurantes, dos de carne y uno de pescado, con reservados VIP sobre un lago artificial», explica Barak Halbusi, responsable de seguridad de un complejo que mantiene los muros levantados para proteger al expresidente y a sus invitados. Esa antigua pista de aterrizaje y la zona de jardines adjunta han servido también para levantar una galería de tiendas de lujo.
Donde antes había estatuas del dictador, ahora se alzan Hulk y Superman en el acceso de la enorme juguetería FutureKids. «Uno de los comentarios más repetidos por los clientes es ‘si Sadam levantara la cabeza.’ ¿qué pensaría? No nos importa. Esto es ahora un espacio abierto para todos», asegura Halbusi.
Las zonas más desarrolladas son las vecinas al Tigris y las que más trabajo tienen por delante son las tres residencias del exdictador: alojamiento, comedor y sala de fiestas. Son tres edificios coquetos e independientes que se libraron parcialmente del pillaje de 2003 y conservan intactos los techos, las lámparas de araña y suelos de mármol. Si Sadam levantara la cabeza, desde los ventanales de su salón de baile vería la nueva bolera y desde su comedor, los toboganes de un parque acuático.
En Irak hay 166 palacios, villas y residencias que levantó Sadam durante sus treinta años de mandato, según la cifra del Ministerio de Antigüedades, y la gran mayoría están abandonados. El de Basora, reabierto como museo de arqueología, o el de Al-Faw, situado junto al aeropuerto de Bagdad y recuperado como universidad, son dos de los pocos ejemplos de edificios con vida. Al-Sujud se suma ahora a esa lista tan corta.
«Estamos en fase de prueba y el objetivo es lograr una zona de ocio con capacidad para 12.000 o 15.000 personas. Vienen nostálgicos del antiguo régimen, pero también gente que odiaba a Sadam y, sobre todo, muchos jóvenes veinteañeros que no llegaron ni siquiera a conocerle. Y damos trabajo a 1.300 empleados», afirma Saif Alshamaa, el empresario que está detrás de esta idea, en la que empezó a trabajar hace cuatro años. Uno de los mayores obstáculos ha venido desde el Gobierno, que ahora, como en la época del régimen anterior, tiene el monopolio de toda la orilla del Tigris.
Alshamaa piensa que esta reconversión de palacio a zona de ocio «es un buen ejemplo de los cambios en el país. Antes todo esto solo lo podía disfrutar una persona. Ahora 15.000»