Francia celebra una nueva huelga bajo la amenaza de la violencia
Crecen los altercados por parte de los radicales y las denuncias de brutalidad contra la policía
La actualidad francesa se ve copada estos días no solo por la reforma de las pensiones sino por la creciente violencia desplegada en las calles, ya sea de los manifestantes radicales como de las fuerzas de seguridad. Resulta del todo peculiar que una protesta ecologista contra una balsa de agua derivase este fin de semana en una batalla campal con decenas de heridos, uno de ellos un joven de 30 años en extrema gravedad. También choca en la sociedad gala que la Inspección General de la Policía Nacional —el equivalente a Asuntos Internos— haya abierto 17 investigaciones por brutalidad policial.
Los sindicatos han convocado este martes otra jornada de paros y movilizaciones para presionar al Gobierno de Macron con el fin de que retire la reforma de las pensiones, cuyo beneplácito final está a la espera de la decisión del Consejo Constitucional.
Se teme que vuelvan a producirse duros enfrentamientos entre grupos radicales violentos y la Policía, que deberá poner a prueba su capacidad de aguante y autocontrol.
El ministro de Interior, Gérald Darmanin, denunció este fin de semana «la extrema violencia» a que han tenido que hacer frente las fuerzas del orden en los últimos días por parte de unos mil miembros «de la ultraizquierda y de la extrema izquierda». Sainte-Soline, una pequeña localidad rural entre Poitiers y Burdeos, fue escenario el sábado de incidentes muy graves a causa de la movilización ecologista. Los extremistas lanzaron contra los gendarmes cócteles molotov y proyectiles diversos. Al final, entre los objetos que se les incautaron había bolas de petanca, hachas, bombonas de gas, machetes, cuchillos y material inflamable.
La lucha contra la creciente violencia de estos grupúsculos se ha visto empañada, sin embargo, por las críticas cada vez más insistentes contra la dureza empleada por la Policía en la represión de los radicales. Además de las investigaciones abiertas, la reciente difusión de un vídeo donde un grupo de antidisturbios insultaba e incluso propinaba alguna bofetada a un grupo de siete jóvenes arrestados o las quejas por la detención de colegiales o ciudadanos que simplemente pasaban por el lugar durante los conflictos ha puesto la lupa fijamente sobre la Policía.
La Liga de Derechos Humanos, por ejemplo, constató que en Sainte-Soline hubo «un uso inmoderado e indiscriminado de la fuerza»» por parte de los gendarmes «con un objetivo claro: impedir el acceso a una balsa de riego, fuera cual fuera el coste humano». Una treintena de abogados afines a esta organización pidió ayer por escrito que se termine con la política de «detenciones preventivas» mientras la diputada ecologista Sandrine Rousseau acusó a Emmanuel Macron y Gérald Darmanin de «buscar el incidente» mediante un «desenfreno de medios».
«Aporrean a mansalva» La Francia Insumisa, el partido izquierdista de Jean-Luz Mélenchon, exige la disolución de las Brav-M, las Brigadas de Represión de las Acciones Violentas Motorizadas.