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Londres vigila a psicópatas y terroristas para proteger la coronación de Carlos y Camila

Latas de cerveza con la imagen del rey Carlos III. NEIL HALL

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León

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Londres será el 6 de mayo un enorme búnker. La seguridad se ha convertido en una de las grandes obsesiones del Gobierno británico de cara a la coronación de Carlos III que se celebrará el sábado y que movilizará a agentes enfundados en sus trajes de gala, policías de paisano, equipos de perros, motocicletas de escolta, francotiradores... y hasta la unidad marina. En total, cientos de efectivos repartidos por toda la ciudad de manera más o menos visible para asegurar que el evento más importante en Reino Unido desde el funeral de Isabel II en septiembre del año pasado transcurre sin sobresaltos.

La operación ‘Golden Orb’ para garantizar la seguridad durante la coronación —un despliegue que costará unos 250 millones de libras (280 millones de euros al cambio) a los británicos— comenzó en realidad hace tiempo. El Centro de Evaluación de Amenazas Fijas, una unidad que suma a la Policía y a profesionales de la psicología, realiza desde hace semanas labores preventivas y de investigación para evitar la presencia de cualquier individuo peligroso que pueda cruzarse el sábado en el camino de los monarcas o de cualquiera de sus invitados. Con este objetivo, por ejemplo, un equipo examina ya a los llamados psicópatas reales (esas personas obsesionadas con la monarquía), que son visitados en sus domicilios por especialistas en salud mental. También se hace una vigilancia estrecha de los ciudadanos con ese mismo perfil que viajan estos días a Londres.

Saber realmente cuántos fanáticos de la realeza y de otros VIP hay en Reino Unido resulta complicado —algunos cálculos apuntan a que se han duplicado desde 2014— pero los agentes monitorean a más de 200 personas que podrían suponer algún riesgo en la coronación por esa fijación. En el multitudinario evento en Westminster no sólo estará la familia de Carlos III —incluido su heredero, el príncipe Guillermo— sino también monarcas de todo el mundo, como Felipe y Letizia, los principales representantes del Gobierno británico y numerosos jefes de Estado. No se descarta que asistan, además, algunos rostros conocidos alrededor del planeta y entre esos nombres aparece, por ejemplo, el del actor Tom Cruise.

Con esta lista de invitados, Londres sabe que la cita puede encontrarse asimismo en el punto de mira del terrorismo —de grupos y de ‘lobos solitarios’— y, en ese sentido, agentes visitan desde hace días a terroristas convictos para evitar su presencia en las celebraciones por la coronación, una estrategia que ya se utilizó antes del funeral de Isabel II.

La inteligencia británica bucea también en las redes sociales en busca de cualquier señal de alerta y la Policía realiza arrestos preventivos de alborotadores que podrían aprovechar el 6 de mayo para sus reivindicaciones por el enorme eco mediático que conseguirían. La operación ‘Golden Orb’ será, eso sí, más reducida que el plan ‘London Bridge’ llevado a cabo a finales del pasado verano —y preparado durante años— a raíz de la muerte de la madre de Carlos III.

En esta ocasión se desplegarán, de nuevo, kilómetros de barreras donde se alinearán cientos de oficiales y habrá una zona de exclusión aérea en el centro de Londres, donde quedará asimismo prohibido el uso de drones. Durante las celebraciones sólo podrán volar helicópteros policiales o de medios de comunicación que estén autorizados. Todos los ojos, y las cámaras, estarán puestos por unas horas en Westminster.