El mundo corona a Carlos III
Veintiún casas reales, más de cien jefes de Estado y delegaciones de 203 países certifican hoy en Londres el vigor social, mediático y diplomático de la monarquía británica. El nuevo monarca y los príncipes de Gales se dan un baño de masas
Expectación máxima en el Reino Unido. Setenta años después de la llegada al trono de Isabel II, los británicos asisten hoya la coronación de un nuevo rey. Carlos III se ceñirá la legendaria corona de San Eduardo y, en compañía de su consorte, Camila Parker-Bowles, recorrerá el paseo entre el Palacio de Buckingham y la abadia de Westminster, de la que saldrá investido definitivamente como soberano. La ceremonia está prevista a las once de la mañana (12.00 horas en España) y será retransmitida para cientos de millones de espectadores en todo el mundo.
La sucesión de actos es más austera que la que entronizó a la reina madre, pero espectacular en cualquier caso. Desfilarán 6.000 militares en dos paradas diferentes: una de camino a la abadía y la segunda, de regreso al palacio, donde Carlos III y Camilla se asomarán al balcón real para saludar a los ciudadanos. Cientos de miles de británicos y visitantes llenan Londres. Se han ido concentrando desde el miércoles en The Mall y los puntos clave del trayecto para ver el evento en primera fila. Muchos han recogido a esta hora, bajo la mirada de los policías, las tiendas de campaña y las camas plegables con las que han hecho algo más cómoda la espera.
La ‘carlosmanía’ está lejos del fervor que aún despierta la reina madre, fallecida en septiembre, pero ha agotado muchos de los souvenirs puestos a la venta en Piccadilly y en cientos de comercios de la capital. Al monarca le escoltarán desde el aire 68 pilotos de la RAF. La legendaria fuerza aérea británica ha sacado de los hangares los Spitfire, los aviones que combatieron contra la Luftwaffe alemana en 1940. Protagonizarán una sesión acrobática (15.30 hora española) como broche a la parada militar. Son el emblema de la batalla de Inglaterra desatada trece años antes de que Isabel II fuera coronada en un acto que el primer ministro Winston Churchill tildó de prometedor futuro para un país que se recuperaba de las brasas de la II Guerra Mundial.
Una veintena de casas reales, un centenar de jefes de Estado y delegaciones de 203 países conforman la lista de invitados a la abadía. Su presencia demuestra la pujanza internacional, diplomática y mediatica (ahí están Harry y Meghan para mantener la llama) de este linaje que incluso conserva los ecos de la que alguien llamó la gran monarquía pop: hoy sonarán temas de los Beatles, Queen, Take That y Bowie y el propio monarca ha encargado doce piezas clásicas a compositores como el maestro del teatro musical Andrew Lloyd Webber y Patrick Doyle, autor de una de las bandas sonoras de ‘Harry Potter’.
Los 2.000 invitados de Westminster suponen una cifra inferior a la que asistió a la coronación de la reina en 1953, cuando incluso fue necesario construir tribunas elevadas para acoger a 8.000 dignatarios. Buckingham se ha inclinado por realizar un ceremomial más austero, en el que incluso el trayecto de la procesión ha sido acortado a dos kilómetros y así rebajar el número de policías de custodia. No obstante, nadie se ha quedado fuera del evento.
El miércoles Carlos III convocó en una fiesta en los jardines del palacio a 8.000 invitados. Un reconocimiento social marca de la casa real: la mayoría se trataban de organizaciones benéficas, representantes de las comunidades y personas destacadas por su mecenazgo, labor social o contribución al país. Camilla conversó varios minutos con un veterano de la guerra de Normandía. Y el cantante Lionel Richie confesó al rey que se sentía como si «formara parte de la historia» porque mañana domingo actuará en el concierto de la coronación en Windsor. Carlos y la fallecida Diana de Gales tenían en común su devoción por el repertorio del intérprete de ‘Hello’, de 73 años, uno menos que el monarca y de cuya fundación de ayuda a los jóvenes es embajador.
Que la familia real sigue gozando de un elevado reconocimiento internacional lo demuestra la abundancia de jefaturas de Estado que se sentarán en Westminster, fruto de la intensa política diplomática que impulsó la reina madre sin apenas moverse de Balmoral. El volumen de las delegaciones será moderado. Pese a las disensiones que empiezan a dejarse sentir en la Commonwealth respecto a su adhesión a la monarquía británica, los 56 países acudirán en pleno, pero con comitivas más pequeñas que las que presenciaron la coronación de Isabel II. Entonces se trataba de resaltar la grandeza de un Imperio Británico que hoy es historia.
Buckingham está tratando de ahorrar en los fastos en sintonía con la crisis económica que viven los ciudadanos, aunque se sabe que costarán millones de euros. También quiere reducir la huella de carbono y evitar caer en un contrasentido con las políticas medioambientales que defiende Carlos III. A menos presentes, menos aviones. Y menos críticas que luego se hacen virales.
En el caso de algunas monarquías extranjeras, quienes han hecho el viaje hasta Londres son los herederos. En unos por razones de avanzada edad y en otros, según interpretan algunos medios, porque la ocasión resulta propicia para mostrar a la siguiente generación internacional de ‘royals’. A diferencia del funeral de la reina madre, aquí no habrá autobuses para los invitados.
Felipe VI y la reina Letizia se encuentran desde ayer en Londres, donde asistieron a una cena de gala. Tras la coronación, esta tarde regresarán a España, ya que el rey presidirá la final de fútbol de la Copa del Rey en Sevilla.
El príncipe Alberto y la princesa Charlene de Mónaco, el rey Carlos XVI Gustaf y la princesa heredera, Victoria de Suecia, Abdala II y Rania de Jordania, Haakon y Mette-Marit de Noruega, los reyes de Bélgica o las casas reales de Holanda yBután, entre otros, ocuparán las primeras filas del templo. Detrás se ha reservado el bloque de las delegaciones de la Commonwealth y a continuación los gobernantes de países sin monarquías y dirigentes de organizaciones mundiales como Emmanuel Macron, Frank-Walter Steinmeier, Giorgia Meloni Andrzej Duda, Ursula von der Leyen y Charles Michel, ambos máximos responsables de la UE, aparte de Rishi Sunak y su antecesor, Boris Johnson por parte británica. Jill Biden encabeza la comitiva estadounidense. Nunca un inquilino de la Casa Blanca ha asistido a una coronación británica. Joe Biden no será la excepción. Y quienes se perderán todo porque no les han cursado la invitación son el presidente ruso, Vladímir Putin, el bielorruso, Alexandr Lukashenko, y las autoridades iraníes.
La representación de gobernantes revela la importancia que los ceremoniales de Estado han ganado en la diplomacia internacional. De hecho, Carlos III puso deberes a los líderes extranjeros, que este viernes celebraron una minicumbre sobre el cambio climático. No todo es fiesta.