Irán ejecuta a tres jóvenes más en la horca que protestaron por la muerte de Mahsa Amini
La ola de protestas que durante meses recorrió Irán tras la muerte de la joven Mahsa Amini, detenida en septiembre en Teherán por supuestamente llevar el velo mal colocado, provocó el arresto de casi medio millar de personas. Decenas de ellas han acabado después ejecutadas bajo las acusaciones más diversas. Los últimos en sufrir este fatal destino han sido Mayid Kazemi, Salé Mirhashemi y Said Yaqubi, que murieron ayer en la horca tras ser condenados por participar en «un ataque terrorista», según recoge la sentencia, que mató a tres agentes durante una manifestación en la ciudad de Isfahán.
El fallo ratificado por el Tribunal Supremo iraní señala a los tres jóvenes, que habían sido detenidos en noviembre, como culpables de formar parte de «grupos ilegales con la intención de afectar a la seguridad del país y de colusión para crímenes contra la seguridad», explicó la agencia de información de la autoridad judicial Mizan Online, en línea con el discurso del Gobierno de Teherán, que sostiene desde otoño que las protestas han estado promovidas por «alborotadores» y elementos extranjeros.
Confesión bajo amenazas
A Kazemi, Mirhashemi y Yaqubi se les culpó de posesión de un arma durante una de las numerosas marchas por la muerte de Amini que acabaron en disturbios. «Según las pruebas y las declaraciones de los acusados, los disparos de esas tres personas condujeron al martirio de tres miembros de las fuerzas de seguridad», concluye.
Sólo dos días antes de morir en la horca, el miércoles, uno de los condenados (Kazemi) relató durante la última visita familiar que la confesión del crimen fue extraída bajo tortura y amenazas por parte de los agentes. «Juro por Dios que soy inocente. No llevaba armas encima. No dejaban de golpearme y ordenarme que dijera que el arma era mía», aseguró.
Amnistía Internacional se ha hecho eco de sus palabras y ha advertido de que el juicio a estos tres hombres, que se alargó cuatro jornadas, «estuvo lleno de deficiencias y falta de pruebas». En las cárceles iraníes, alerta la organización, hay más de veinte personas que han pasado por una situación similar y que corren el riesgo de «ser ejecutadas en cualquier momento».
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, denunció semanas antes de que estos tres hombres fueran ahorcados que Irán había ajusticiado en lo que va de año a más de 200 personas, una cifra que calificó de «aterradora». En 2022, sólo en la horca fueron ejecutados 582 ciudadanos en el país. En Amnistía Internacional consideran que estas acciones buscan «infundir miedo a la población» para «aferrarse al poder y poner fin al levantamiento popular, además de vengarse de quienes, manifestándose, se atreven a desafiar el orden establecido».