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Los turcos acuden este domingo a las urnas bajo la amenaza de un ‘corralito’

Recep Tayyip Erdogan ayer, en un mitin en Estambul. ERDEM SAHIN

Publicado por
León

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«¿Para qué quiero un coche eléctrico si no puedo pagar ni la factura de la luz?», se pregunta Mehmed, un vecino de Kasimpasa que acude a la oficina del alcalde de este barrio en el que nació Recep Tayyip Erdogan para pedir una ayuda. Allí donde se fijan los ojos hay fotos de un presidente que convirtió en un hito de campaña el estreno de TOGG, el primer vehículo eléctrico de un país donde a los ciudadanos cada vez les cuesta más llegar a fin de mes. La crisis económica, sin embargo, no pasa factura a un Erdogan que afronta como favorito la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de este domingo, según las encuestas. En frente tendrá al líder de la oposición, Kemal Kilicdaroglu.

La inflación en Turquía se sitúa en un 44%, llegó al 85% en octubre, pero en vísperas de la definitiva cita con las urnas el Banco Central anunció que mantiene los tipos de interés al 8,5%. Erdogan es la persona que controla la economía del país y no piensa alejarse de su estrategia de mantener los tipos bajos «porque en su ideario religioso el interés es ‘haram’ (pecado) e irá hasta el final con este planteamiento», explica un experto en banca internacional con más de dos décadas de experiencia en el país. La teoría de Erdogan es que los intereses altos generan inflación y hace tiempo que nadie de su círculo cercano le discute una solo decisión. Su tenacidad lo que ha provocado hasta ahora es una subida descontrolada de los precios a niveles que han hecho que los precios de las cebollas o los pepinos sean tema de debate electoral. La crisis ahoga, pero Erdogan encontró el rescate de países del Golfo que no quiso especificar y que enviaron dinero para resolver a corto plazo las tensiones de tesorería.

El economista Bilge Yilmaz, miembro de la oposición, recurrió a Twitter para alertar de que en caso de victoria de Erdogan «la economía se detendrá, las empresas irán a la quiebra, florecerá el mercado negro y crecerá el desempleo. Estas elecciones son la última oportunidad de salvar nuestra economía». Pero en los medios turcos no hay espacio para estos mensajes y sólo muestran los avances logrados por el Gobierno en las últimas décadas, con espacio preferencial para innovaciones como el TOGG, el vehículo que traía por la calle de la amargura a Mehmed en Kasimpasa. La inmensa mayoría del país se informa en turco, no habla otra lengua y sigue los medios nacionales. Desconocen la tasa de inflación o las violaciones de derechos humanos, lo único que existe para esta parte de Turquía es un Erdogan que ha convertido al país en una potencia militar y su voto será para el mandatario actual.