Putin ordena reforzar la ofensiva y aprovechar la catástrofe de la presa
La rotura ha puesto freno al avance de las tropas ucranianas en territorio ocupado por Rusia
Los equipos de rescate evacuan a los residentes de una zona inundada en Jersón. STAS KOZLIUK
Preocupan seriamente las consecuencias de la inundación provocada por la voladura de la presa de Kajovka, en el medio ambiente, pérdidas humanas, daños materiales, impacto económico y la ralentización del avance militar en el frente. Ayer, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, visitó la zona damnificada para comprobar la magnitud de la catástrofe.
A su juicio va a ser necesario elaborar un programa económico capaz de paliar las pérdidas sufridas, que contemple incluso una reubicación de las industrias y empresas cuya producción haya tenido que detenerse o tengan algún tipo de problema de abastecimiento o logística.
Ante un grupo de evacuados de las localidades anegadas, Zelenski aseguró que «os ayudaremos y reconstruiremos todo lo necesario». Según la nota difundida por la oficina de la Presidencia ucraniana, Zelenski también se refirió a la situación militar y las medidas a adoptar en esa parte del frente que ha quedado totalmente inundada e impide el avance.
Expertos militares siguen señalando que, mientras el nivel del agua no baje, el ejército ucraniano no va a poder articular una ofensiva para arrebatar a las tropas rusas la parte sur de Jersón y plantearse un ataque para recuperar Crimea. No obstante, también constatan que los rusos no lo van a tener mucho más fácil. En su último informe, el Instituto para el Estudio de la Guerra estadounidense (ISW) asegura que «la inundación ha barrido de facto la línea de fortificación rusa en la margen izquierda del río Dniéper».
Según el informe, la voladura de la presa de Kajovka «ha modificado significativamente la orografía en la línea de frente, lo que va a influir en las posiciones de las fuerzas rusas». El ISW afirma que, a partir de las imágenes recibidas vía satélite, «se puede observar que las corrientes de agua han destruido las bases rusas, especialmente en el área de Golaya Pristan y Oleshki».
El Estado Mayor del ejército ucraniano calcula que las tropas del Kremlin han trasladado 15 kilómetros hacia el sur sus efectivos y armamentos con respecto a las posiciones previas a la inundación.
La inteligencia británica también coincide con el ISW en el análisis de la situación operativa en la parte de Jersón ocupada por las fuerzas rusas. Sostiene además que las tropas ucranianas «mantienen la iniciativa en la mayoría de las demás áreas del frente» en donde están teniendo lugar combates activos. A través de Twitter, el Ministerio de Defensa del Reino Unido constata que «el marco operacional es altamente complejo» y considera «probable que se esté ordenando a los soldados rusos que vuelvan a la ofensiva lo antes posible». Informa igualmente de que «unidades chechenas han protagonizado un intento frustrado de tomar la ciudad de Mariivka», cerca de Donetsk, subrayando que «esa línea de frente ha cambiado poco desde 2015».
Mientras tanto, Rusia insistió en que no tiene nada que ver con la destrucción de la presa y acusó una vez más a Ucrania de haberla llevado a cabo. Moscú presentó una denuncia ante el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) culpando a Kiev de haber destruido la presa de Kajovka con «bombardeos masivos de artillería».
Las autoridades ucranianas, por su parte, sostienen que no hubo ningún bombardeo ni de artillería ni de misiles, sino una voladura con explosivos desde dentro de la central hidroeléctrica y la presa. El ministro de Exteriores del territorio invadido, Dmitro Kuleba, denunció también la «lentitud» con la que actúa Naciones Unidas ante las «agresiones» rusas. Según sus palabras, «el problema no es la falta de ganas de hacer algo, sino los trámites que ralentizan el despliegue de misiones internacionales en las zonas afectadas».