Kiev hace valer su lucha anticorrupción para la cumbre económica de reconstrucción
La otra guerra de Volodímir Zelenski se llama corrupción. La detención, el mes pasado, del ya expresidente del Tribunal Supremo, Vsevolod Knyazev, por su presunta implicación en una turbia red multimillonaria de sobornos y la amplificación que el Gobierno de Kiev da a este arresto ejemplifican su interés por demostrar a la comunidad occidental su empeño en erradicar la rampante corrupción sistémica que ha imperado durante las últimas tres décadas en la exrepública, que en 2021 se situó como la segunda nación más caótica de Europa en este aspecto. La primera fue Rusia. El valor de la campaña contra el cohecho es esencial en el país en guerra. De las ‘manos limpias’ dependerá no solo que aumenten las opciones de Ucrania de ingresar en la UE -que le exige cumplir un riguroso listado de mejoras en derechos sociales y gobernanza-, sino también el apoyo extranjero a la reconstrucción de su devastado territorio, cuyo coste oscila entre 800.000 millones y el billón de euros. Los gobiernos e inversores implicados en esta vasta operación se reunirán el miércoles y el jueves en Londres con el fin de establecer las estrategias necesarias para atraer capital extranjero. Su mejor garantía de éxito es demostrar que tan gigantesca financiación no será malversada.
A los expertos tampoco se les escapa que Zelenski se la juega en este envite porque, a medida que avanza la guerra, también parecen haberse incrementado las tensiones políticas internas. El momento es delicado. Pese al respeto por la figura del presidente.