Putin quiere dar tanques y armas pesadas a su guardia personal tras la rebelión armada
El presidente ruso admite que en la revuelta de los mercenarios de la Wagner existió un riesgo de «guerra civil»
La Guardia Nacional rusa, fundada hace siete años por el presidente ruso, Vladímir Putin, quiere dotarse de tanques y armas pesadas, anunció ayer su comandante en jefe, el general Víctor Zólotov.
«No tenemos tanques y otras armas pesadas de largo alcance. Vamos a introducirlas en las tropas», dijo Zólotov a la prensa.
Según Zólotov, este asunto ya ha sido discutido con el presidente sin ofrecer más detalles, como la fecha de la entrega del equipo requerido a ese cuerpo militar.
El jefe de la Guardia Nacional rusa agregó que durante el motín del Grupo Wagner estuvo en contacto permanente con Putin y aseguró que los wagneritas no hubieron podido tomar Moscú.
«Podían acercarse a Moscú, pero no la tomarían», aseguró.
Putin creó la Guardia Nacional en 2016, dotando a la nueva fuerza de seguridad de entre 350.000 y 400.000 miembros. Obedece directamente al presidente, que puede ordenar su intervención armada en casos de emergencia, desordenes públicos y situaciones que pongan en peligro la seguridad nacional.
Los miembros de este cuerpo creado sobre la base de las tropas del Ministerio de Interior pueden disparar y usar la fuerza sin previo aviso «cuando hay situaciones de peligro para la vida de un ciudadano, de un miembro de la Guardia Nacional» o riesgo de que se cometa un crimen grave.
La Guardia Nacional rusa, implicada también en los combates en Ucrania, ya cuenta con artillería ligera y helicópteros de combate.
Desde que el antiguo patrón del Grupo Wagner, Evgueni Prigozhin, hizo su última intervención, el lunes, criticando una vez más a la cúpula rusa, alardeando de que su organización neutralizó casi toda la resistencia del ejército en su marcha hacia Moscú y jactándose de que la población por donde pasaron dio muestras de apoyo a los mercenarios, el presidente Vladímir Putin se afana desesperadamente en rebatir ese relato y presentar lo sucedido, no como una acción que ha resquebrajado su autoridad, sino como una victoria al haberse conseguido evitar que se culminase la sublevación y se desatara una guerra civil.
Primero lo hizo el lunes en otro discurso a la nación, pocas horas después de que se difundiera el audio de Prigozhin, y ayer siguió incidiendo en el mismo mantra, aunque en un entorno mucho más opulento, en la plaza de Las Catedrales del Kremlin con unidades del ejército en formación y larguísimas alfombras rojas. El pretexto ha sido la entrega de condecoraciones a los militares que se destacaron durante la crisis desatada por Prigozhin este fin de semana pasado. El acto se convocó ayer por la mañana de sopetón sin haber sido anunciado previamente y con el evidente objetivo de transmitir una imagen institucional de fortaleza.
La ceremonia se celebró cuando ya era público que un avión adscrito al servicio de Prigozhin volaba hacia la capital bielorrusa. A primera hora de la tarde, el presidente del país, Alexánder Lukashenko, confirmó la llegada del jefe paramilitar para cumplir el exilio pactado con el Kremlin
Lukashenko ha dado órdenes a su ministro de Defensa, Viktor Khrennikov, para hablar con Prigozhin y negociar la posibilidad de desarrollar en suelo bielorruso una unidad como la Wagner. «Queremos que los mandos de Wagner compartan su experiencia con nosotros», dijo.
Mientras tanto, en su alocución a los asistentes al evento castrense, Putin también se refirió al Grupo Wagner sin citarlo y aseguró que «las personas que fueron atraídas a la rebelión vieron que el ejército y el pueblo no estaban con ellos. El despliegue rápido y preciso de las fuerzas del orden permitió detener el desarrollo extremadamente peligroso de la situación en el país, para evitar bajas entre la población civil».
El presidente ruso comenzó el discurso enumerando las fuerzas formadas frente a él en la plaza de Las Catedrales del Kremlin (personal de las Fuerzas Armadas, la Guardia Presidencial, unidades del Servicio Federal de Seguridad y del Ministerio del Interior, otros destacamentos) y se dirigió a ellos señalando que estos «soldados y oficiales, verdaderos defensores de la patria, quienes, en un momento difícil para el país, junto con sus compañeros de armas, se interpusieron en el camino de los desórdenes, cuyo resultado inevitablemente hubiese sido el caos». Según sus palabras, «han defendido el orden constitucional, la vida, la seguridad y la libertad de nuestros ciudadanos, han salvado a nuestra patria de convulsiones y han detenido la guerra civil».
Dijo que estos militares, policías y miembros de los servicios especiales «garantizaron el funcionamiento fiable de los centros de control más importantes, estratégicos, incluida la defensa, las instalaciones, la seguridad de las regiones fronterizas, la retaguardia de nuestras fuerzas armadas y de todas las agrupaciones militares que continuaron luchando heroicamente en el frente —ucraniano— en ese momento». Putin declaró que «no tuvimos que retirar unidades de combate de la zona en donde se lleva a cabo la Operación Militar Especial», en referencia a la guerra en Ucrania.
Tuvo también palabras de homenaje a los pilotos de los helicópteros y aviones derribados por los paramilitares de Wagner el sábado y agraderció a las tropas su «valor y lealtad al pueblo de Rusia».