Rusia se ensaña con el mar Negro y los puertos en sus bombardeos
Moscú calcina almacenes de cereal en Odesa e intenta intimidar a Kiev con maniobras con fuego real
Por cuarto día consecutivo, Rusia se afanó ayer en destruir el potencial de exportación ucraniano de cereales con el bombardeo de las terminales portuarias y los silos de grano en Odessa. El Ministerio de Defensa insistió en que tales ataques son la represalia por la incursión de drones acuáticos planificada el lunes pasado por Ucrania contra el puente de Kerch.
Aparte de la eliminación de nuevas infraestructuras, la Marina acentuó el ensañamiento en esta parte de la exrepública soviética con una serie de ejercicios de tiro en el mar Negro, en una clara señal intimidatoria para disuadir a Kiev de que cualquier acción de fuerza contra los navíos rusos tendrá una drástica respuesta. El Gobierno de Zelenski advirtió el jueves que sus fuerzas armadas considerarán hostil cualquier barco que se dirija hacia puertos rusos o aquellas terminales situadas en los territorios ucranianos ocupados. La misma medida, pero en relación con las embarcaciones que naveguen hacia puertos ucranianos sospechosas de transportar carga militar, fue adoptada el miércoles por Moscú. Las espadas no pueden estar más en alto tras la negativa del Kremlin a prolongar el acuerdo de exportación de grano.
El Ministerio de Defensa ruso anunció en un comunicado que las maniobras navales de la Flota del Mar Negro en curso realizan ejercicios de tiro contra objetivos simulados con el fin de «aislar el área cerrada temporalmente a la navegación». La nota castrense precisa que «se ensayó la captura de un barco intruso y se disparó contra un blanco» flotante. «La tripulación del navío portamisiles Ivánovets realizó disparos de combate con misiles de crucero antibuque contra un barco-objetivo en una zona de entrenamiento en la parte noroeste del mar Negro» y «quedó destruido», añadió el ministerio. Al mismo tiempo, varios navíos de guerra rusos y chinos participan en unas maniobras en el mar de Japón, durante las que, según la agencia TASS, «destruyeron una falsa mina flotante y repelieron un ataque de un objeto flotante enemigo de alta velocidad».
Los puertos ucranianos están ubicados en la costa de la vertiente noroeste del mar Negro. Funcionarios de la Administración estadounidense han especulado en los últimos días sobre la posibilidad de que Moscú pudiera lanzar ataques contra barcos civiles. Pero el embajador ruso en los Estados Unidos, Anatoli Antónov, ha rechazado tales suposiciones y señalado que «los intentos de atribuir a Rusia la preparación de ataques contra barcos civiles son una falsificación».
Los silos de grano en Odessa fueron atacados ayer por la mañana en varias andanadas con misiles Kalibr rusos disparados desde un barco. Así lo aseguró el jefe de la Administración Militar local, Oleg Kiper, quien constató que se trata del «cuarto ataque contra la región de Odessa en lo que va de semana». Según Kiper, el bombardeo «ha destruido cien toneladas de guisantes, veinte de cebada y herido a dos personas». Otras fuentes señalaron que los misiles empleados fueron ‘Onix’, mucho más difíciles de interceptar.
La portavoz del Mando Operativo Sur del Ejército ucraniano, Natalia Gumeniuk, dijo en una aparición televisiva que los cohetes rusos destruyeron prácticamente las instalaciones de una empresa agrícola en Odessa, casi todo el equipo y hasta dos coches de bomberos. Las explosiones provocaron un enorme incendio. Gumeniuk explicó que «os misiles fueron disparados según una trayectoria complicada y a baja altura, lo que impidió su detección y destrucción».
A juicio de los analistas del Instituto para el Estudio de la Guerra estadounidense (ISW), las actuales ofensivas contra infraestructuras de grano en Ucrania y las amenazas de atacar barcos mercantes buscan provocar una situación de «emergencia» que permita a Rusia regresar al acuerdo de exportación de cereales, pero «en condiciones más favorables». Sin embargo, ponen en riesgo su imagen internacional ante los países africanos —los más afectados por el cese de las exportaciones— que hasta ahora han apoyado a Moscú. Según el ISW, «los ataques rusos muestran que el Kremlin está listo para usar la Marina y las armas de precisión para resolver problemas económicos apremiantes, no en concreto para operaciones militares en Ucrania».
El portavoz de la Secretaría General de la ONU, Stéphane Dujarric, ha expresado la preocupación de Naciones Unidas por la situación. «Todo esto no nos está llevando en la dirección correcta. Lo que está ocurriendo allí también tiene un efecto negativo en los precios del trigo o del maíz -deploró el portavoz-. Hemos visto las fluctuaciones en los precios. Van arriba y abajo. Eso no es bueno para el mercado, y lo que no es bueno para el mercado es malo para las personas en situación vulnerable, que no pueden pagar la comida, que no pueden permitirse las subidas de precios de los alimentos. La mayor parte de ellos está en el sur global».
El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó los ataques y la salida de Moscú del acuerdo sobre los granos -firmado con la mediación de su organización y Turquía-, ya que se había comprometido «a facilitar la exportación sin trabas de alimentos, aceite de girasol y fertilizantes». «Se debe evitar a toda costa cualquier riesgo de que se extienda el conflicto como resultado de un incidente en el mar Negro (intencionado o accidental) ya que podría tener consecuencias catastróficas para todos nosotros», advirtió la subsecretaria de asuntos políticos de Naciones Unidas, Rosemary DiCarlo.