Los mercenarios de Wagner amenazan a Polonia y Rusia se ensaña con la histórica Odesa
El Ejército de Putin bombardea la catedral de una ciudad Patrimonio
Los mercenarios rusos de Wagner amenazan a Polonia con una incursión armada desde Bielorrusia, mientras el Ejército ruso volvió a cebarse con la histórica Odesa, donde bombardeó bloques de viviendas, instalaciones portuarias y la mayor catedral ortodoxa de la ciudad.
«Quizás no debería decirlo, pero lo haré. Nos han empezado a inquietar los wagneritas. ‘Queremos ir a Occidente, dennos permiso’. Y yo les digo, para qué queréis ir a Occidente. ‘Para hacer una excursión a Varsovia, a Rzeszow’», dijo Alexandr Lukashenko, presidente bielorruso, al comienzo de la reunión con su colega ruso, Vladímir Putin, en el Palacio de Constantino en San Petersburgo.
La reunión coincidió con las imágenes de «muerte y destrucción» en Odesa, como las describió el papa Francisco, ataque que las cancillerías occidentales no dudaron en calificar de «crimen de guerra».
«Ucrania necesita un escudo antiaéreo en toda regla. Es la única forma de derrotar al terror de los misiles rusos», aseguró Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, en su canal de Telegram.
Lukashenko garantizó a Putin que Minsk mantendrá a los wagneritas bajo control en la base de Moguiliov, según lo acordado tras la fallida rebelión armada protagonizada por dicho grupo hace justo un mes, y que no les permitirá moverse, ya que su «estado de ánimo es malo».
La de ayer fue precisamente la primera reunión entre ambos mandatarios desde la sublevación, en la que el bielorruso intercedió y logró convencer al jefe de Wagner, Yevgueni Prigozhin, a replegarse a Bielorrusia.
Mientras Lukashenko se mostraba comprensivo con las ansias de los mercenarios, Putin —que primero llamó traidor a su jefe Prigozhin y después le invitó al Kremlin— le miraba impasible.
Según Wagner, en estos momentos en Bielorrusia se encuentran desplegados varios miles de wagneritas, que alcanzarán pronto la cifra de 10.000, del total de 25.000 que aún están «sanos y vivos». Esta semana Minsk informó sobre entrenamientos conjuntos con los wagneritas en la frontera con Polonia, que anunció inmediatamente el envío de dos unidades militares a la zona.
Lukashenko agradeció a Putin por decir lo que ningún dirigente ruso había dicho nunca y es considerar un ataque a Bielorrusia como una agresión a Rusia.
«Usted es la primera persona en Rusia que lo dice de manera abierta, clara y comprensible», afirmó el bielorruso, quien recordó que «la guerra se libra contra todo el bloque de la Otan». Y mostró a Putin un mapa con el despliegue de las tropas polacas cerca de las fronteras bielorrusas.
Polonia ha desplegado una brigada a unos 40 kilómetros de la ciudad de Brest y otra a unos cien kilómetros de Grodno, cuando antes esas unidades se encontraban a unos 500 kilómetros de distancia, explicó.
ODESA, UN INFIERNO
Odesa volvió a centrar ayer toda la ira de Moscú, cuyos misiles de crucero lanzados desde aire, mar y tierra (la anexionada península de Crimea) alcanzaron infraestructuras civiles, bloques de viviendas e iglesias, dejando un muerto y una veintena de heridos. Resultó parcialmente dañada la catedral de la Transfiguración de Odesa, el principal templo ortodoxo y dependiente del Patriarcado de Moscú.
«Misiles contra ciudades pacíficas, contra edificios residenciales, una catedral... No puede haber excusa para la maldad rusa», dijo Zelenski quien pidió la convocatoria del consejo Ucrania-Otan.
El mayor ataque contra la ciudad desde el comienzo de la guerra causó daños en 25 monumentos de la ciudad, patrimonio mundial de la Unesco.