Diario de León

Biden reúne en Camp David una cumbre asiática que enerva a China

El encuentro con Japón y Corea del Sur sienta las bases para la cooperación en seguridad

Joe Biden, presidente de EE UU. NATHAN HOWARD

Joe Biden, presidente de EE UU. NATHAN HOWARD

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Los esfuerzos del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, por contrarrestar la influencia china en Asia se materializaron ayer en la primera cumbre asiática de Camp David, que el país liderado por Xi Jinping llama despectivamente una «mini Otan». La visita de los líderes de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, y Japón, Fumio Kishida, sienta las bases para un acuerdo de cooperación económico y de seguridad, ambos íntimamente relacionados.

Era la primera vez desde 2015 en la que un mandatario extranjero ponía los pies en la residencia vacacional de los presidentes estadounidenses en las montañas de Maryland, que tradicionalmente se ha reservado para propiciar encuentros más íntimos y menos formales en los que avanzar en la seguridad mundial.

Donald Trump ignoró mayormente ese destino rural y prefirió agasajar a los líderes extranjeros en su mansión de Mar-a-Lago (Palm Beach, Florida).

El encuentro de ayer no era ceremonial, sino el resultado de dos años de trabajo por parte de la cúpula del Gobierno norteamericano, que desembocan en la creación de una cumbre con vocación de repetirse anualmente.

Parte del trabajo que tenía ayer Biden era convencer a sus socios de la estabilidad del marco de este acuerdo de cooperación que inauguraban, a sólo año y medio de que Trump pueda relevarle de nuevo en la Casa Blanca y borrar de un plumazo sus esfuerzos diplomáticos para regresar a las amenazas de aranceles. Los altos cargos de su Gobierno intentaban, por su lado, hacer entender a la prensa que esto no es una reunión decorativa, sino que sienta las bases de un nuevo orden mundial. «Los cimientos con los que enfrentar juntos el futuro», dijo el presidente estadounidense agradecido con su homólogo surcoreano por haber pasado por alto un siglo de resentimiento con su vecino para asociarse juntos en una defensa común. Altos cargos de la seguridad nacional de los tres países se reunirán dos veces al año y establecerán un protocolo de comunicación con el que responder unánimemente a las amenazas mundiales y, particularmente en Asia, donde China ronda inquietantemente a Taiwán y Corea del Norte hace pruebas nucleares con tecnologías rusa e iraní. «Esto es muy gordo», afirmó a los periodistas, en conferencia telefónica, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan. «No sólo sienta las condiciones para un Indo-Pacífico más próspero, fuerte y pacífico, sino que hará de Estados Unidos y del mundo un lugar más seguro», prometió.

Sullivan dijo que su Gobierno había estado trabajando en esto desde el primer día, con el objetivo de crear con esta sociedad tripartita mecanismos que alerten de posibles alteraciones en la cadena de abastecimiento, el dominio de la seguridad marítima mediante maniobras militares cada año y canales de cooperación para compartir información y dar respuestas en momentos de crisis. «Este día será recordado como algo histórico», lapidó el presidente surcoreano en su intervención. Casi una amenaza

La reacción china se reflejaba en un editorial del periódico gubernamental Global Times titulado ‘La cumbre de Camp David podría ser peligrosa para Japón y Corea del Sur’. El gigante asiático advierte a sus vecinos de que, aunque «en la superficie» los tres países se hayan unido bajo la bandera de contrarrestar la creciente amenaza nuclear de Corea del Norte, «de facto Estados Unidos siempre ha querido construir una alianza militar trilateral, al estilo de la OTAN, en el norte de Asia».

La Casa Blanca no lo niega. Simplemente defiende que su asociación «no va contra nadie», aclaró Sullivan. «Es una agenda afirmativa por la visión de un Indo-Pacífico libre, abierto, seguro y próspero». Y en esto coinciden los dos países asiáticos que se han unido al norteamericano en esta alianza estratégica para defender a su región. El America first de Trump se ha trasladado a Biden como un empuje del Made in America.

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