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CRÓNICA DESDE EL EPICENTRO

“La Medina está muy dañada, se llevan a los muertos en carros”, una periodista de Diario de León, testigo de la tragedia

Vista de los daños ocasionados en Marrakech por el terremoto que azotó anoche Marruecos. MARÍA CARRO

Publicado por
MARÍA CARRO, DESDE MARRAKECH
León

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La Medina está muy afectada, casas totalmente destruidas, a la gente fallecida se la llevan por la calle en carros, en las zonas residenciales de la Medina, con calles super estrechas, los techos abovedados de piedra resisten pero los de estuco se caen, hay temor a más réplicas porque hay muchos edificios afectados.

Hemos sentido dos seísmos, uno a las once de la noche, de 6,8 grados, con epicentro entre Agadir y Marraquech y media hora más tarde una réplica. El primero ha durado más de medio minuto, el segundo fue muy corto y de menor intensidad, dicen que de 4,6 grados, con epicentro en otro punto, más cerca de Casablanca.

El primer seísmo ha sido un temblor brutal, las paredes se doblaban, las escenas de pánico se repetían en todas las calles. Hay daños estructurales en edificios históricos. La torre de la mezquita en la histórica y conocida plaza Djema El Fnaa ha caído derribada y los accesos a la Medina están muy afectados.

Una vez pasado el primer impacto llega la estupefacción: nadie recordaba un seísmo en Marruecos así. La realidad se abre paso entre techos derrumbados, cascotes en el suelo, casas caídas por completo, miedo a avalanchas, escenas de pánico en la plaza, carretillos llevando cadáveres, gente escapando. Dicen que en el Atlas la destrucción aún es mayor. Es difícil de imaginar.

La plaza Djema El Fnaa está abarrotada de gente que ha escapado de sus hogares. Han pasado la noche allí, al ras, intentando dormir algo. Yo también. Tenemos miedo a otras réplicas. Los hoteles de lujo de la Medina han resistido aunque algunos riads se han visto afectados. No sabemos el número de muertos reales que hay en todo el país pero intuimos que muchos.

Sólo pensé en sobrevivir. Tuvimos mucho miedo. Nos colocamos bajo los dinteles e intentamos contactar con la embajada. Todo en vano. Hemos compartido nuestra tarjeta sim para hacer llamadas a nuestras familias y decirles que nos encontramos bien. La solidaridad también es esto, dejar nuestro teléfono a quien no le funciona. Los ocho españoles que estábamos en el mismo hotel no hemos sufrido ningún percance. hemos buscado otro lugar donde alojarnos a la espera de poder abandonar la ciudad. En la zona nueva no se perciben daños, todo se ha concentrado en la zona histórica.

El relato de los testigos es espeluznante. Unos chicos que iban delante de nosotros intentado huir de la Medina y de sus callejuelas estrechas, como un laberinto, han visto desplomarse un edificio delante de sus ojos. Las calles se convirtieron en una marabunta de gente corriendo, entre escenas de pánicos, gritos y llantos desesperados de las familias.

A las 6 de la mañana vuelve a sonar llamada al rezo, algunas tiendas de la plaza abren, la gente sigue durmiendo en la calle, otros comienzan a retirar los escombros, la vida vuelve en medio de la desolación.

Ningún mensaje de la embajada, nadie se ha puesto en contacto con nosotros, toda la mañana llamando a los teléfonos del consulado, la embajada... nada. Nos sentimos desprotegidos y desvalidos.