Portugal acude a las urnas con desconfianza hacia los políticos
Portugal se prepara para celebrar en abril el cincuenta aniversario de la Revolución de los Claveles, aquel incruento golpe militar que acabó con la dictadura de Salazar y trajo la democracia. Víctima de una profunda crisis económica en el inicio de este siglo, el país tuvo que ser rescatado por la Unión Europea y tras un doloroso tiempo de recortes para rebajar la deuda, emergió para protagonizar lo que muchos analistas denominaron el milagro portugués. Este domingo, de nuevo de forma anticipada, los ciudadanos lusos acuden a las urnas para elegir quién les gobernará hasta 2028.
Y lo hacen más indecisos y desencantados que nunca. Cada vez son más los que tienen la sensación de que mientras el país, como corroboran los datos macroeconómicos, funciona y es la envidia mundial, a ellos no les dan ni los sueldos ni las pensiones para llegar a fin de mes.
Los sondeos hablan de igualdad entre los conservadores de Luís Montenegro (Alianza Democrática, 29%) y el Partido Socialista de Pedro Nuno Santos (26%), con un fuerte crecimiento de Chega, formación ultraderechista que podría alcanzar el 20% de los votos después de ocho años de gobiernos de izquierda. La eclosión de Chega es un síntoma del desencanto; de protesta. Es un partido creado en 2019 por André Ventura, antiguo socialdemócrata que quiso ser presidente del club de fútbol Benfica y que ha encontrado en el radicalismo y el hartazgo el caldo de cultivo ideal para irrumpir en la opinión pública lusa con un lema, ‘Limpiar Portugal’, que carga contra los inmigrantes y la casta política.
El caso de corrupción, desvelado el pasado 7 de noviembre, que obligó a dimitir al socialista António Costa ha incrementado esa sensación de desconfianza. Aunque este escándalo aún está siendo investigado por el Tribunal Supremo, ha hecho tambalearse al PS.