Diario de León

Modi, primer ministro y sumo sacerdote de India, la potencia mundial que viene

Narendra Modi durante una mitin electoral. DIVYAKANT SOLANKI

Publicado por
J. GÓMEZ PEÑA
Bombay

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A Narendra Modi, de 73 años, conviene tenerlo en cuenta. Es el primer ministro de India, el país más poblado: 1.437 millones de habitantes. Y dirige el partido político, el Bharatiya Janata Party (BJP), con más militantes: 170 millones. En las elecciones que comenzaron hace un mes y cuyos resultados se conocerán el próximo 4 de junio, Modi es el gran favorito. Tiene la victoria prácticamente asegurada y también su tercer mandato. En un inmenso territorio dividido en castas y lleno de desigualdades, el primer ministro ha sabido rentabilizar el resentimiento de las clases populares, ha concentrado el poder en sus manos, ha impulsado la economía a cambio de derechos civiles y ha mezclado religión y Estado al convertir a los musulmanes en el gran enemigo interno. Ha vendido con éxito ese populismo hinduista y nacionalista a través de las redes sociales, sus mejores embajadoras. Más que de jefe del Gobierno ejerce de sumo sacerdote.

Siempre ha dominado el arte de la oratoria. Mueve los hilos del mundo digital. India es su marioneta. Difunde mensajes a través de X dirigidos a una población con carencias para la alfabetización pero con un teléfono móvil barato en las manos. Modi, como un dios, es omnipresente. Utiliza hologramas para pronunciar discursos en cientos de lugares al mismo tiempo. Hasta reparte máscaras con su rostro que la multitud lleva en procesión. En febrero de 2019 anunció un ataque aéreo contra su vecino Pakistán, una potencia nuclear. Dijo, y le creyeron, que las nubes impedirían a los radares enemigos localizar los cazas indios. Lo vendió como un gran éxito militar. En realidad, los proyectiles calcinaron unos cuantos árboles y acabaron con la vida de siete civiles. En Twitter su ejército aseguró una vez que había encontrado huellas del Yeti.Modi quiere un país solo de hinduistas. Son mayoría, 950 millones, pero no son todos: los musulmanes suman 170 millones, por 28 los cristianos, 20 los sijs y ocho los budistas. En un país tan grande, hasta las minorías son enormes. El primer ministro explota la intolerancia religiosa. Difunde mensajes sobre supuestos actos de pederastia entre los seguidores del Islam, a los que también critica por comerse las vacas, animales sagrados.

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