Detienen a otro alto cargo militar de Rusia por acusaciones de corrupción
La detención se produce el mismo día que un nuevo bombardeo en Járkov deja 7 muertos
Los arrestos en el seno de la cúpula militar rusa continúan. Desde que, el pasado 23 de abril, fuera puesto en prisión preventiva por presunta corrupción el que era el número dos del Ministerio de Defensa, Timur Ivanov, son ya cuatro los altos mandos castrenses detenidos y acusados del mismo delito. Unos hechos que han coincidido con la destitución del titular de Defensa, Serguéi Shoigú, nombrado este mes secretario del Consejo de Seguridad. El último en ser arrestado ha sido el general Vadim Shamarin, de 52 años, jefe de la Dirección General de Comunicaciones de las Fuerzas Armadas y jefe adjunto del Estado Mayor.
Así lo asegura el diario ruso Kommersant citando fuentes del Comité de Instrucción (SK) y precisa que este miércoles fue confinado durante dos meses en prisión preventiva por presunto «soborno a gran escala». El caso, según Kommersant, lo llevará un tribunal militar. Además de Ivanov y Shamarin, el pasado 14 de mayo se supo del encarcelamiento preventivo del responsable de la Dirección de Recursos Humanos del Ministerio de Defensa ruso, el general Yuri Kuznetsov, también por soborno, y, el martes de la presente semana, se informó del arresto, efectuado el 17 de mayo, del general Iván Popov, excomandante en jefe del 58 Cuerpo de Ejército desplegado en Ucrania, en la región de Zaporiyia, por sospechas de «fraude a gran escala», cargos de los que él se ha declarado inocente.
Popov fue ya apartado del mando en julio del año pasado por criticar al Ministerio de Defensa y al Estado Mayor General del Ejército por el alto número de bajas y el deficiente suministro de armamentos y municiones que, según él, sufren las tropas rusas que combaten en Ucrania. Su detención ha causado estupor incluso entre algunos reporteros de guerra de los medios de comunicación oficiales rusos. Uno de ellos, Alexánder Sladkov, afirmó a través de su canal de Telegram que «Iván estaba al frente de las fuerzas que repelieron la contraofensiva enemiga (.) a las personas estúpidas les perdonan las mentiras y las pérdidas de vidas entre los soldados, así que creo que otros pueden ser perdonados por decir la verdad de forma despiadada». Según sus palabras, «el general Iván Popov no es un ladrón, es un soldado (.) y nosotros de todas formas también perdonamos a los ladrones».
Optimizar la economía de guerra Los analistas creen que la destitución de Shoigú, su nombramiento como secretario del Consejo de Seguridad del Kremlin y la designación como ministro de Defensa de Andréi Beloúsov, un economista que nunca tuvo contacto alguno con las Fuerzas Armadas, pero considerando un excelente gestor, busca optimizar la economía de guerra para darle un empujón definitivo a la ofensiva en Ucrania. Y la corrupción reinante parece haber sido identificada como uno de los problemas que dificultaban tal estrategia.
Ataque en Járkov
En la región de Járkov, la segunda ciudad en importancia de Ucrania, no dejan de sonar las bombas rusas. Al menos siete personas murieron este jueves y otras 16 resultaron heridas tras el lanzamiento simultáneo de más de una decena de misiles sobre la zona. El ataque afectó a la capital y a la localidad de Liubotin. En los últimos días, cerca de 14.000 personas han sido evacuadas. El éxodo continuará si no cesan los ataques. En los 25 kilómetros pegados a la frontera rusa viven 190.000 personas.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, confirmó que el Ejército de Rusia había «lanzado quince misiles de golpe» en una ofensiva «extremadamente brutal». El gobernador de Járkov, Igor Terekov, detalló que varios impactos habían afectado a instalaciones de transporte y de servicio público. Tanto Terekov como el alcalde de Járkov, Igor Terejov, alertaron sobre la inminencia de una segunda ola de ataques y pidieron a la población que acuda a los refugios. A la ciudad están llegando personas desplazadas de otras poblaciones más expuestas.
Zelenski, que sigue solicitando ayuda militar a Occidente, considera que «los terroristas rusos aprovechan la falta de suficiente defensa antiaérea para destruir lanzaderas de misiles.