Jordan Bardella, el ultra ‘agradable»
En el centro y la izquierda de la política francesa ven a Jordan Bardella, el candidato de la Agrupación Nacional al cargo de primer ministro, como el caballo de Troya por el que la ideología ultra puede acceder al poder para, una vez en el Gobierno, imponer las viejas ideas de Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional, partido racista, xenófobo y antisemita. La primera vuelta de estas legislativas ha empezado a abrirle esa puerta.
A la extrema derecha gala le pesaba su pasado. Le Pen venía de la Francia que colaboró con los nazis. Forma parte de la memoria dolorosa de este país. Una de sus dos hijas, Marine Le Pen, heredó el mando del grupo radical y trató de suavizar sus mensajes ‘anti’: antiinmigración, antiislam, antieuropa, antiglobalización... Pero el apellido resultó un lastre. Perdió los duelos por la presidencia con Emmanuel Macron. Parecía haber tocado techo. Entonces y ya con el nombre de Agrupación Nacional, el partido descubrió a un joven, Jordan Bardella, educado, con mano en las redes sociales, cercano y alejado del tono bronco del jubilado fundador. Además, es un francés de barrio pobre, hijo de emigrantes italianos. Sirve de modelo: ha sabido aprovechar las oportunidades que da el generoso estado de bienestar. Su pareja actual es Nolwenn Olivier, sobrina de Marine Le Pen. Al final, todo queda en la familia.
Bardella lleva doce años metido en la política pese a que sólo ha cumplido 28. Se afilió al Frente Nacional con 16 años. Fue su reacción al mundo hostil en el que vivía: en un apartamento de Seine-Saint-Denis, el barrio más pobre y con más inmigración del país. Su madre, italiana, divorciada y ahora fiel seguidora de Donald Trump, ha sido su modelo. «Mis primeros recuerdos políticos fueron los disturbios de 2005», confesó Bardella en CNews. Las calles se llenaron entonces de violencia tras la muerte de dos jóvenes musulmanes en una acción policial. «Es algo que no se olvida porque los bajos de la casa en la que vivía estaban en llamas». En ese fuego descubrió su temprana vocación: ser primer ministro para darle la vuelta a aquel infierno. El hoy líder de Agrupación Nacional presume de esa infancia humilde. Asegura que se lanzó a la política porque no soportaba «ver trabajar de sol a sol» a su madre «mientras los inmigrantes se llevaban los subsidios».
A su padre lo cita menos. Es un empresario acomodado y vecino de un buen barrio de la capital francesa que le pagó el colegio y le regaló un coche al cumplir 18 años. Bardella calla lo que menos le conviene. Es la versión amable de la extrema derecha. Tiene 1,3 millones de seguidores en TikTok, donde se mueve como un ‘influencer’: enseña cómo prepara sus discursos, no oculta sus dudas y miedos, juega con la videoconsola... Un joven con pinta de buen vecino.
Bardella es el ultra que no asusta y que promete, en tono amable y con una sonrisa, salvar a Francia del «salvajismo» de los barrios marginales. Dice que no permitirá que «el islamismo totalitario conquiste la República e imponga sus leyes y su moral», que prohibirá el acceso a trabajos relacionados con la seguridad y la defensa a ciudadanos con doble nacionalidad y se ha comprometido a rebajar en dos millones de euros la cantidad que Francia aporta a la Unión Europea. Durante la campaña ha jurado que devolverá el «orden» a Francia. El mensaje, vista la primera vuelta de las legislativas, ha calado.