Scholz entabla un curso marcado por la división gubernamental
El canciller alemán Olaf Scholz volvía al trabajo ayer tras su última gran pausa antes de las próximas elecciones generales, que se celebrarán dentro de poco más de un año y después de semanas en las que los integrantes de su coalición de socialdemócratas, ecologistas y liberales no cesaron de exhibir sus diferencias.
Este curso político podría ser el último de Scholz como canciller a no ser que logre dar la vuelta a las encuestas, que muestran sólidamente a los partidos de la oposición, la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la ultraderechista Alternativa para Alemania (AFD), muy por delante de los partidos del Ejecutivo: el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Los Verdes y liberales del FDP.
Al SPD, la formación del canciller, los últimos sondeos le atribuyen un 16 % de los votos si hubiera este domingo elecciones generales en Alemania, un porcentaje mejor que el 11 % atribuido a Los Verdes y que el 5 % que se concede a los liberales, pero muy por debajo del 30 % de la CDU, del 19% de AfD y lejos del 25,7 % con el que los socialdemócratas ganaron las últimas generales.
Mucho peores para el SPD son los pronósticos de los institutos demoscópicos de cara a las elecciones regionales que el 1 de septiembre se celebran los estados federados de Sajonia y Turingia.
En Sajonia y Turingia, los sondeos ven a los tres partidos en el poder luchando por superar el límite del 5 % de los votos necesarios para lograr representación parlamentaria.
A mejorar las perspectivas electorales de Scholz y compañía no contribuyen las escenas de división que ofrecen con regularidad casi diaria los responsables de los partidos del Ejecutivo.
Por ejemplo, pese a que en julio Scholz y sus socios presentaron un acuerdo para los presupuestos de 2025, las partes aún continúan sus debates y tiranteces por unos flecos estimados por el propio Gobierno en 12.000 millones de euros.