Una pareja alemana mata a dos refugiadas ucranianas para robarles un bebé
Según la Fiscalía de Mannheim, el suceso es peor que trágico
El "deseo insatisfecho" de ser padres empujó hace unos meses a una pareja alemana a saltarse todos los límites. Absolutamente todos, incluido el respeto a la vida. Entre los dos -44 años ella y 43 él- tramaron un escalofriante plan para hacerse con un bebé aprovechándose del drama ajeno. Sus víctimas fueron dos refugiadas ucranianas, madre e hija, a las que mataron a golpes para quedarse con una criatura -nieta e hija de las fallecidas, respectivamente- de escasas semanas. Ahora, con el caso en manos de la Fiscalía de Mannheim, sus verdugos han sido acusados del doble crimen.
La relación comenzó a fraguarse en Telegram, donde la supuesta asesina se infiltró en un grupo de apoyo a los miles de refugiados ucranianos que han llegado a Alemania -es el país de la UE que más ha recibido, en torno a 1,2 millones- desde el estallido de la guerra hace dos años. Entre todos ellos, en enero, contactó con una veinteañera, embarazada, que buscaba un intérprete para el nacimiento de su hija. Estaba a punto de dar a luz, era la persona perfecta para llevar a cabo el terrible plan.
El contacto entre ellas no se perdió tras el nacimiento de la pequeña y, a principios de marzo, volvieron a verse. La pareja invitó a la familia ucraniana (las tres mujeres) a un restaurante. Fue la última vez que se vio a las dos refugiadas con vida. Los acusados, según los investigadores del caso, les administraron allí sedantes. Sólo hacía falta esperar. La abuela, de 51 años, comenzó a sentirse mal y el hombre se ofreció a acompañarla a un hospital mientras madre e hija se marchaban a casa. La llevó, en realidad, a un lago, donde le propinó al menos cuatro golpes en la cabeza con un objeto desconocido y arrojó el cadáver al agua.
A golpes La pareja aseguró a la hija, de 27 años, que su madre había sufrido un ataque cardíaco y seguía en el hospital. La recogieron, junto a su bebé, en casa y, aún aturdida por el efecto de los sedantes, la trasladaron hasta una zona cercana al río Rin en Hockenheim. El hombre fue de nuevo el encargado de acabar con su vida, otra vez a golpes en la cabeza, y después quemar su cuerpo. La niña ya era suya, y los tres -convertidos en la familia que los asesinos tanto ansiaban- regresaron a su lugar de residencia en el sur de Alemania.
La intención de la pareja era "hacer pasar" a la niña que acababa de secuestrar "por su propia hija". No contaba con que sólo unos días después su plan se iba a venir abajo. La aparición de los restos de una de sus víctimas condujo a los investigadores hasta los asesinos y una prueba de ADN permitió comprobar el vínculo entre la menor y la fallecida. Los servicios sociales se han hecho cargo de la pequeña