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Barnier prepara un gabinete para Francia apartando a la izquierda

El nuevo primer ministro dependerá de la ultraderecha Marine Le Pen, hoy tiene ya protestas

Barnier apostó ayer por la derecha y el centro. MOHAMMED BADRA

Publicado por
Enric Bonet (Colpisa)
París

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El primer ministro francés, Michel Barnier, empezó ayer a preparar su Gobierno. El día después de su nombramiento, que puso punto final a 50 días de interinidad gubernamental —todo un récord en Francia—, el veterano dirigente conservador, de 73 años, inició la compleja tarea de componer un Ejecutivo que resista a una muy fragmentada Asamblea Nacional, tras las elecciones anticipadas del 7 de julio. Lo hizo con una serie de reuniones que auguran un equipo gubernamental cuyo centro de gravedad se ubicará entre la derecha y el centro-derecha. Es una apuesta poco ortodoxa teniendo en cuenta que la coalición de izquierdas del Nuevo Frente Popular venció por la mínima los comicios.

Las reuniones «están yendo muy bien», destacó Barnier, quien celebró un cara a cara con el presidente Emmanuel Macron. También conversó con sus predecesores en Matignon Gabriel Attal y Jean Castex, quien ocupó la jefatura del Gobierno entre 2020 y 2022. Antes había recibido a una comitiva de la derecha tradicional de Los Republicanos (LR). Esta formación aparece como la gran beneficiada con la decisión del jueves del Elíseo. Aunque quedó cuarta en los comicios, con solo 47 diputados (de un total de 577) y el 5% de los votos en la segunda vuelta, un dirigente que milita en sus filas desde los 14 años llevará las riendas gubernamentales. Pese a esta oportunidad de oro para esta decadente formación heredera del gaullismo, los dirigentes de LR no garantizaron a Barnier su entrada en el Ejecutivo.

«Queremos sacar a Francia del bloqueo y dijimos que asumiríamos nuestra responsabilidad. Pero solo lo haremos a partir de un programa que aporte garantías que se responderá a las preocupaciones de los franceses», dijo Laurent Wauquiez, presidente del grupo parlamentario de la derecha republicana y quien estrechó sus vínculos en los últimos años con el exnegociador europeo del ‘brexit’.

LR propuso en julio un «pacto legislativo» que exigía recortes de 25.000 millones de euros para los presupuestos del año que viene, que serán la principal patata caliente para Barnier en las próximas semanas. Si se basa en ese «pacto» para elaborar un programa de Gobierno, difícilmente el primer ministro logrará un acuerdo de no agresión con la alianza unitaria de la izquierda, algo ya de por sí muy difícil.

«Ningún dirigente del PS entrará» en su Ejecutivo, advirtió ayer en una entrevista radiofónica Olivier Faure, secretario general del partido de la rosa, que la víspera ya había dicho que apoyaría una moción de censura contra el nuevo equipo gubernamental. Sin la abstención de la izquierda, el primer ministro dependerá de la ultraderecha Marine Le Pen ante las eventuales mociones de censura que se presentarán en la Cámara Baja, donde no resulta obligatorio el voto de investidura. A diferencia de España, en Francia el apoyo a un texto de censura no significa el respaldo a un Ejecutivo alternativo de aquellos que presentan la moción. Lo que facilita alianzas contranatura en este tipo de votaciones; por ejemplo, con la extrema derecha votando mociones de la izquierda como sucedió en varias ocasiones en los últimos años.

Al veterano dirigente no le espera un camino de rosas y aún más teniendo en cuenta la incomprensión que ha suscitado en muchos franceses su designación. El 75% de los ciudadanos galos considera que el presidente no tuvo en cuenta el resultado de las elecciones a la hora de elegirlo, según un sondeo publicado el viernes en la cadena BFM TV. Organizaciones estudiantiles cercanas a la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos) han convocado protestas para hoy contra Macron en las principales ciudades del país. Representará el primer test con la calle del nuevo primer ministro.

Algo inusual

Es una apuesta poco ortodoxa: la coalición del Nuevo Frente Popular venció en los comicios