La izquierda muestra su oposición a Barnier con miles de manifestantes
El presidente avisa que la situación en Francia es muy grave y no hay que esperar milagros
La izquierda francesa mostró ayer su oposición frontal al nuevo primer ministro, el conservador Michel Barnier —cuya legitimidad cuestiona—, con manifestaciones por todo el país que reunieron a decenas de miles de personas. Las alrededor de 150 marchas convocadas por toda Francia por La Francia Insumisa (LFI) y por otras formaciones del Nuevo Frente Popular (NFP), pero no por el Partido Socialista (PS), sirvieron sobre todo para denunciar el nombramiento de Barnier como «la negación de la democracia», como resumió Jean-Luc Mélenchon, líder del LFI.
El líder de LFI, que participó en la concentración de París, cargó contra el presidente, Emmanuel Macron, por la elección de un primer ministro de un partido de derechas, Los Republicanos (LR), que no obtuvo más que 47 de los 577 diputados de la Asamblea Nacional, con el argumento de que Barnier no corre el riesgo de ser tumbado en una moción de censura a corto plazo.
«No le corresponde a él decidir qué es un Gobierno estable. Tendría que haber nombrado a Lucie Castets, nuestra candidata» a primera ministra, añadió Mélenchon, que repetía así la idea de que el jefe del Estado tendría que haber encargado al NFP la formación de Gobierno en Franciaal ser el mayor bloque, con 193 escaños.
Un portavoz de la Prefectura de Policía indicó que a la manifestación de la capital acudieron 26.000 personas y que hubo cinco detenidos, mientras que los organizadores cifraron los participantes en 160.000 y en 300.000 en toda Francia.
El líder de La Francia Insumisa insistió en que la coalición de izquierdas presentará una moción de censura contra el nuevo presidente del Gobierno en cuanto se reanude la sesión parlamentaria y pidió a la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen a que la apoye también.
Bajo tutela de la extrema derecha
Barnier no quiso entrar en la cuestión de las críticas sobre la legitimidad de su nombramiento que le vienen de la izquierda replicando que no tiene «tiempo qué perder en polémicas».
Pero el primer secretario del PS, Olivier Faure, no se privó en su cuenta de X, de echar en cara a Macron que al elegir a ese primer ministro se ha puesto «bajo la tutela» de la extrema derecha.
El nuevo primer ministro francés destacó ayer que la situación del país es «muy grave», y eso exige no aumentar ni la «deuda financiera» ni la «deuda ecológica», y que no esperen de su Gobierno milagros, sino «progresos».
El conservador Barnier, que hizo su primera visita como jefe del Ejecutivo al hospital Necker de París, trató de eludir la polémica sobre la legitimidad de su nombramiento y, en particular el hecho de que su continuidad está en manos de la extrema derecha. Aunque no quiso adelantar cuál será su línea política, porque la presentará en su primer discurso ante el Parlamento «a comienzos de octubre», insistió en que «la situación es muy grave».