Diario de León

Fallece Alberto Fujimori un año después de abandonar la prisión

La presidenta de Perú, Dina Boluarte (i), saluda a Keiko Fujimori (c) durante el velatorio de su padre el fallecido expresidente de Perú Alberto Fujimori este jueves, en Lima (Perú). EFE/ Paolo Aguilar

La presidenta de Perú, Dina Boluarte (i), saluda a Keiko Fujimori (c) durante el velatorio de su padre el fallecido expresidente de Perú Alberto Fujimori este jueves.PAOLO AGUILAR

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MANUEL MONTERO
Madrid

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Entre 1990 y 2000 Alberto Fujimori representó en Perú una política populista de derechas. No fue el primer populista, pero anticipó de forma excepcional la que unas décadas después se ha convertido en una tendencia política clave en América y en todo el mundo, a veces en una versión izquierdista. Se presentó a las elecciones de 1990, en las que se enfrentó a Mario Vargas Llosa, futuro premio Nobel y entonces representante del neoliberalismo. Apenas conocido —desde luego, mucho menos que su contrincante—, Fujimori tuvo el apoyo inicial de grupos marginales, de pequeños empresarios y de organizaciones religiosas, desarrollando un discurso contra la austeridad liberal. Obtuvo después la colaboración de miembros del Gobierno saliente, conservadores, que fueron fundamentales para vencer en las elecciones.

Pese a sus promesas socioeconómicas de tipo populista, adoptó una política radicalmente neoliberal. En aquel momento Perú vivía momentos críticos por su aislamiento internacional, una hiperinflación desoladora y la presión terrorista de Sendero Luminoso, un grupo maoísta de gran capacidad mortífera y desestabilizadora. Fujimori promovió una política radical, con medidas de austeridad que había negado en la campaña. Desarrolló una discutible estrategia antiterrorista, no respetuosa con los derechos humanos. Además, estallaron casos de corrupción. Al perder el apoyo del Parlamento, dio en 1992 un «autogolpe» de Estado, iniciando un periodo autoritario. Inspiró una Constitución de escasa legitimidad democrática que reforzaba los poderes presidenciales. Sin apenas control democrático, en la lucha contra el terrorismo autorizó escuadrones de la muerte secretos y operaciones militares que costaron la vida a miles de inocentes. A su vez, aplicó una drástica política de austeridad. Tuvo éxitos, que inicialmente reforzaron sus apoyos populares: terminó con la hiperinflación y con el terrorismo, especialmente tras la detención a finales de 1992 de Abimael Guzmán, el principal dirigente de Sendero Luminoso.

Ganó de forma irregular las elecciones de 2000, pero el descubrimiento de graves casos de corrupción, en los que las grabaciones mostraban a su hombre fuerte, Vladimir Montesinos, sobornando a miembros de otros partidos le forzaron a exiliarse.

Residió después en Japón, que no concedió su extradición por reconocerle la nacionalidad japonesa. Sin embargo, fue detenido en un viaje a Chile y extraditado a Perú, donde se le juzgó y condenó a 25 años de cárcel. Recibió el indulto en 200, aunque tras revocarse el perdón permaneció preso hasta 2023.

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