Líbano teme ser la nueva Gaza
En medio de un clima de tensión e inseguridad permanentes, la sensación general en Beirut es que Israel quiere una guerra total Los misiles israelíes derribaron dos edificios enteros
Hezbolá confirmó ayer la muerte del número dos de la organización, Ibrahim Akil, en el bombardeo israelí del viernes sobre el sur de la capital libanesa, Beirut. La milicia proiraní informó además de la pérdida de otros 14 miembros en una operación que descabezó a la cúpula de la unidad de élite Radwan, encargada de las operaciones en la frontera. Israel habló de «ataque de precisión», pero sus misiles derribaron dos edificios enteros y mataron al menos a 22 civiles, tres de ellos niños. Fue el tercer bombardeo de la aviación hebrea sobre Beirut, y cada vez resuenan con más fuerza las palabras pronunciadas por el presidente israelí, Benjamín Netanyahu, en diciembre pasado, cuando amenazó con «convertir Beirut y el sur de Líbano en Gaza y Khan Yunis», si Hezbolá no detenía el lanzamiento de cohetes.
Los equipos de rescate trabajaron ayer sin descanso para intentar localizar los cuerpos de 17 personas a quienes las familias dieron por desaparecidas tras el ataque. Una labor realizada con ayuda de excavadoras en un escenario apocalíptico, sobre los escombros de las dos torres de viviendas derruidas y bajo la estricta vigilancia de la seguridad del Partido de Dios, totalmente superada por los acontecimientos de esta semana. Ibrahim Akil ocupaba el puesto de Fuad Shukr, a quien Israel asesinó en julio en el mismo barrio de Dahie. El grupo chií dijo que Ahmad Mahmoud Wahabi se encontraba también entre los fallecidos. Un golpe directo para la formación de futuros milicianos ya que era el hombre clave de los planes de adiestramiento de los combatientes.
El diario libanés Al Akhbar, próximo a Hezbolá, escribió en su editorial que «lo que ha hecho el enemigo es como cerrar el telón de cualquier capítulo político relacionado con la guerra en curso en la región, y abrir la puerta a un nuevo nivel de confrontación que obligará a la resistencia a adoptar nuevos métodos».
Infiltrados hasta la cúpula
El problema para la milicia proiraní es que la inteligencia del enemigo ha logrado infiltrarse hasta su cúpula y en poco más de un mes ha localizado y asesinado a los números dos de Hasán Nasrala. La pregunta en el aire ahora es si el secretario general podría ser el siguiente. De momento, Ali Karaki, otro histórico del grupo, pasa a ocupar la jefatura militar, según informó el diario Al Hadath, un puesto de altísimo riesgo como se ha comprobado con los casos de Shukr y Akil.
Netanyahu declaró que «nuestros objetivos son claros», y a las pocas horas del bombardeo en Beirut su Ejército castigó con dureza más de 180 objetivos al sur del Líbano. Hezbolá, por su parte, respondió con un nuevo lanzamiento de cohetes. El ministro de defensa hebreo, Yoav Gallant, adelantó que en esta nueva fase de la guerra en la que el foco se traslada de Gaza a Líbano, «perseguiremos a nuestros enemigos para defender a nuestros ciudadanos y lo haremos también en Beirut».
Incertidumbre en las calles
Los ataques en la capital eran una de las líneas rojas marcadas por el líder político y religioso de Hezbolá, pero los israelíes han bombardeado Beirut en tres ocasiones y no ha habido respuesta pese a que Hasán Nasrala prometió alcanzar Haifa y Tel Aviv.
El intercambio de golpes, de una magnitud incomparable por la diferencia de capacidad militar entre ambas partes, se mantuvo un día más en la frontera, pero la sensación en Beirut es que «Israel quiere una guerra total, trasladar a Líbano lo que ha hecho en Gaza», opina Naim Saleh, propietario de un mítico puesto de venta de prensa en la calle Hamra que regenta desde 1968. Saleh ha visto de todo en estos 56 años, incluida una guerra civil, «pero lo de esta semana con las explosiones de los ‘buscas’ y los ‘walkie-talkies’ fue una sorpresa total. ¿Quién puede usar ahora tranquilo su teléfono en este país?».
Esas explosiones simultáneas han dejado, por el momento, 39 muertos y más de 3.000 heridos. La sensación de incertidumbre se eleva día a día desde que Hezbolá decidió abrir el frente de la frontera con Israel en solidaridad con Hamás tras los ataques del 7 de octubre. «Que paren los dos de una vez o que salte todo por los aires pero, por favor, que acabe este impasse, no sabemos lo que puede ocurrir el próximo minuto, no sabes si volveremos vivos a casa», dice Maurice, propietario de una tienda de telefonía en el centro de Beirut de la que ha retirado los ‘walkie-talkies’. Maurice apunta a que «desde el martes no hemos vendido ningún teléfono nuevo, la gente desconfía y nos piden modelos de segunda mano, teléfonos viejos y usados». El enemigo ha logrado incrustar la sospecha en el teléfono de cada libanés.